presentación de la reforma de un edifició histórico de sant antoni

La Fábrica Moritz renace como centro gastronómico y cultural

Nouvel, se toma un café antes de presentar la nueva Fábrica Moritz, ayer.

Nouvel, se toma un café antes de presentar la nueva Fábrica Moritz, ayer.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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Nostálgicos de la iconografía barcelonesa de otras décadas (y hasta siglos) y fans de la modernidad de última hora están llamados a sucumbir por igual ante el nuevo alumbramiento del arquitecto Jean Nouvel. La Fábrica Moritz Barcelona renació ayer de sus cenizas convertida en centro gastronómico, cultural y de ocio en el corazón de barrio de Sant Antoni, tras una faraónica rehabilitación de 4.5000 metros cuadrados que ha durado siete años y costado 30 millones de euros. El día 4 enseñará sus entrañas a la ciudadanía en una jornada de puertas abiertas con macroaperitivo popular, mientras que el 12 abrirá oficialmente las puertas del primero de sus espacios, la cervecería donde la dorada bebida se elaborará artesanalmente para su consumo in situ.

Los más jóvenes posiblemente hayan probado la Moritz desde su relanzamiento hace unos pocos años, aunque ignoren que el imperio local que creó Louis Moritz en 1856 tras instalarse en la capital catalana procedente de Alsacia ya supuso récords de ventas en 1930 y una larga trayectoria truncada en los años 70. Pero la resurrección promovida por los herederos de la estirpe del lúpulo y comandada por el director general de Moritz, Albert Castellón, y el arquitecto Jean Nouvel ya es un hecho, donde el márketing, la recuperación de imágenes grabadas en generaciones y su adaptación al diseño del siglo XXI (con internet a máxima velocidad incluida) juegan un papel tan importante como Barcelona.

Tanto Castellón como Nouvel se esforzaron ayer en erigir a la fábrica -no ya de cerveza, sino de «ilusiones y sueños», dijo el director- como «punto de encuentro» local. «Es la cerveza de Barcelona», insistió Castellón, que considera a la ciudad como «ADN de la marca».

TRES NÚMEROS / Los tres números que ocupa este imperio cervecero (del 39 al 43 de la ronda de Sant Antoni) permanecieran en manos de la familia fundadora pese a estar tres décadas sin actividad. Ahora la primera planta, planta baja y sótanos tendrán usos vinculados a la cervecería, mientras que los pisos superiores del 39 integran oficinas de la empresa y para los de los otros bloques se estudian futuros nuevos usos.

En el espacio que se abrirá el día 12 se consumirá cerveza hecha allí mismo, por procedimiento artesanal, sin pasteurizar y que no será envasada al uso, aunque sí será posible llevársela para tomar en casa. La gastronomía ya tendrá peso en este espacio situado en planta baja, con 28 apartados de bocados para tomar de la mano de las cervezas (de tapas andaluzas a salchichas alsacianas). El bar de vinos, con 400 referencias, abrirá un mes después, y la tienda (no solo epicentro delmerchandisingsino también de venta de pan de alta calidad), a principios de febrero. El restaurante popular, también hilvanado por el chef Jordi Vilà. -que posiblemente traslade más tarde su Alkimia a la primera planta, como guinda del proyecto gastronómico- estará listo en marzo. A lo largo del semestre se agregarán la Sala 39 para eventos y más espacios.