El paisaje tras la batalla inmobiliaria

Las lecciones de Ionescu

Los Mossos se enfrentaron el pasado 27 de octubre a un desalojo más que revelador

CARLES COLS
BADALONA

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Cada ocupación ilegal de un piso tiene su intríngulis y su rizar el rizo y, así, el desalojo que tuvo lugar el pasado 27 de octubre en el número 70 de la calle badalonesa de Juan Valera merece ser contado.

Los Mossos d'Esquadra, sin encontrar ningún tipo de resistencia, vaciaron de personas y enseres aquel día esa vivienda. Era, como tantas otras en el barrio de Llefià, propiedad de un banco. Los hasta entonces inquilinos ya advirtieron a los agentes antes de irse que, cuando la comitiva judicial se fuera, ellos regresarían y reventarían la puerta para volver a entrar.

Eran hombres de palabra. Apenas una hora después de que un trabajador contratado por el banco cambiara la cerradura se recibió en la comisaría de Badalona una llamada de aviso. Dos hombres entraron a través de un patio interior -denunciaron los vecinos-, pero cuando los agentes llegaron al piso ya no estaban ahí. En su lugar habían dejado a tres mujeres (una con antecedentes policales) y un menor de edad. El intendente jefe de los Mossos d'Esquadra en Badalona, Lluís Estapé, cree que es a partir de ese punto del relato cuando la ocupación del piso de la calle de Juan Valera adquiere unas singularidades que lo hacen especial.

«Los agentes pidieron a las mujeres detenidas que llamaran a algún familiar para que se hiciera cargo del menor. El primero que llegó estaba en busca y captura, así que también fue detenido», recuerda. El segundo intento fue mejor. Vino otro familiar, esta vez con una hoja de antecedentes limpia como una patena.

A los agentes les había quedado claro que aquella familia se había encaprichado con el pisito como Kathleen Turner por la que sería su casa enLa guerra de los Rose. Así que decidieron vigilar la zona durante unas horas. No iban desencaminados, solo que los asaltantes no regresaron hasta que la policía bajó la guardia. A la una y media de la madrugada, de nuevo un vecino oyó ruidos sospechosos. Cuando llegaron los agentes, el piso parecía vacío. La cerradura estaba reventada y en el suelo había el kit básico para la ocasión: un enorme destornillador, un cuchillo de cocina y una tenaza. Dentro del apartamento se escondía Cantian, de 36 años, con sus tres antecedentes policiales y una prosa directa como la de su compatriota Eugène Ionesco. Si los personajes del autor rumano enLa lecciónson capaces de contar hasta el infinito, Cantinan no se arredró a la hora de exponer sus planes.«Somos muchos y no tenemos nada que perder, os cansaréis antes vosotros que nosotros».

¿Un negocio?

En los 10 días posteriores, aquel piso fue objeto de cuatro intentos más de ocupación. ¿Por qué? Según el intendente Estapé, no por necesidad. Todos los detenidos en Juan Valera, 70 tenían piso en otra parte de la ciudad. Son indicios como este los que inducen a pensar que en algunas zonas del área metropolitana funciona algo así como la agencia inmobiliaria de la ocupación.