AMBICIOSO PROYECTO MUNICIPAL PARA UN ÁREA VERDE

El tejido vecinal de Nou Barris opta al concurso de Collserola

Los huertos del valle de Can Masdeu, uno de los usos del parque que los vecinos quieren potenciar.

Los huertos del valle de Can Masdeu, uno de los usos del parque que los vecinos quieren potenciar.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Les encanta la idea de repensar la relación entre la montaña y la ciudad -es más, ellos hace mucho tiempo que le dan vueltas-, pero temen que el remedio pueda resultar peor que la enfermedad. El concurso técnico planteado por el ayuntamiento para abrir 16 puertas que unan el parque de Collserola con la metrópoli ha servido para reactivar el debate ciudadano sobre los usos del parque, hasta el punto de que el tejido asociativo de Nou Barris -donde estarían ubicadas cinco de las 16 hipotéticas puertas-, respaldado por entidades ecologistas y técnicos de distintas disciplinas, ha presentado dos proyectos al concurso, para las puertas de Canyelles y la Guineuta.

La iniciativa ciudadana surgida en paralelo al concurso municipal y bautizada comoBaixem entre totes Collserola a la ciutat? critica que el ayuntamiento haya convocado la oposición sin hacer ninguna consulta previa en los barrios ni a las asociaciones que llevan años trabajando en la montaña. En realidad, la participación de los vecinos no está prevista hasta la segunda fase -una vez seleccionados los proyectos-, algo que los vecinos juzgan insuficiente. «Nos preguntan cuando ya está todo decidido y solo faltar decidir el color de las paredes», ejemplifica Pep Ortiz, presidente de la Coordinadora de Asociaciones de Nou Barris.

A ojos de los vecinos, es importante que las 16 puertas hagan compatibles la preservación de los recursos (bosque, fauna y espacios agrícolas), su uso más lúdico -muchas personas ya suben a pasear o a buscar espárragos- y una apuesta por la recuperación de los usos primarios de la tierra, potenciando los huertos ya existentes. «Para compatibilizar todos estos usos es muy importante evitar la hiperfrecuentación, algo que tememos que promuevan otros proyectos», apunta Arnau Montserrat, de la Assemblea de la Vall de Can Masdeu, quien insiste en la importancia de promover una participación real. Para ello seguirán trabajando, sean seleccionadas o no sus propuestas. «Muy probablemente no lo serán», apunta realista Ortiz, dado que se han presentado más de 3.200 proyectos de importantes despachos de arquitectos. Realizarán talleres abiertos donde escuchar a los vecinos (el próximo será el 3 de diciembre en el Ateneu Popular de Nou Barris) y la idea es ponerse en contacto con asociaciones vecinales del resto de distritos afectados.

PROYECTO POCO VIABLE / Al margen de la no-participación popular, los impulsores de esta campaña popular plantean otras críticas. La hipotética ejecución de estos proyectos

-16 independientes, primera crítica, por la ausencia de una visión global del parque- supondría una gran inversión para la ciudad, una inversión difícil de asumir en el actual contexto de crisis estructural. «Es curioso que tengamos equipamientos proyectados y parados en los barrios porque no hay dinero, y ahora se planteen construir nuevos equipamientos en la montaña», asegura Manuel Sánchez, presidente de la asociación de vecinos de Canyelles.

Al margen de dudar de su viabilidad económica, los movilizados temen que, para intentar sacar algún partido económico a la obra, acaben convirtiendo Collserola en un parque temático con instalaciones turísticas y equipamientos privados, lo que no están dispuestos a aceptar. «Hay indicios que no nos gustan, como que en las bases se proponga la creación de un aparcamiento en cada puerta», concluye Montserrat.