HISTORIA CON FINAL FELIZ

Matt vuelve a ser Brut

El reencuentro 8 Ivonne y Marc, ayer por la mañana, en el momento de recoger en la perrera a Brut, su perro perdido desde el mes de mayo.

El reencuentro 8 Ivonne y Marc, ayer por la mañana, en el momento de recoger en la perrera a Brut, su perro perdido desde el mes de mayo.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Brut ha sido siempre un perro aventurero. Además de dar la vuelta al mundo en dos ocasiones y de haber coronado varios picos del Pirineo, estaba acostumbrado, por ejemplo, a salir a correr más de 20 kilómetros diarios. Cosas de tener un dueño corredor de maratones. Así era su vida hasta que, el 22 de mayo, a sus 12 años -edad más que avanzada para tratarse de un cánido, aunque por su vivaracho aspecto nadie lo diría-, pasó de ser un perro atleta a vivir encerrado en una jaula en el Centro de Acogida de Animales de Compañía, por un cúmulo de despropósitos. El perro, muy amante también de otro tipo de aventuras, se escapó tras una perra y se perdió. Y, pese a tener chip y ser largamente reclamado por sus dueños, por un error al cruzar los datos, en la perrera municipal no lograron dar con su familia, y allí se quedó, cual perro abandonado, hasta que la suerte volvió a cruzarse en su camino, en este caso para bien.

El pasado fin de semana, Brut -entre el 22 de mayo y ayer rebautizado por los voluntarios del centro de acogida como Matt- participó en una pasarela organizada por 25 asociaciones para promover la adopción de animales abandonados, y su familia lo reconoció en la tele.«Estaba bastante cambiado, pero al verlo en el 3/24 lo reconocimos enseguida las dos. ¡Dimos un grito!: '¡El Brut!'», recuerda Ivonne, la madre, mientras Cora, la hija mayor, asiente con una sonrisa de oreja a oreja. Junto a ellas, Eira, la pequeña, no suelta la correa azul que trae preparada para llevar a Brut de vuelta a casa.

Movimiento inequívoco

Al llegar a la perrera, la jaula del entonces Matt estaba vacía. No, no se había vuelto a escapar. Había salido a pasear con uno de los 40 voluntarios que se encargan de que la vida de los 160 perros que actualmente viven en la saturada perrera de Coll-

serola sea lo menos perra posible. De regreso, solo con oler a la familia que le esperaba, el animal saltó sobre todos ellos, moviendo la cola en una señal inequívoca de su estado de ánimo. No quedaba duda de que les había reconocido. Es más, al presenciar la emocionante escena, uno podía llegar a pensar que, de no ser perro, incluso el pastor catalán hubiera llorado (ya se sabe que llorar de alegría es cosa más bien de humanos).«Brut es el predilecto; el niño de la casa», explica Marc, elpadre.

«Aquí ha estado muy bien cuidado. No sufráis»,les señala una de las voluntarias del centro de acogida en el momento de la despedida. «Es tan encantador... Habéis tenido suerte. El sábado una familia estuvo a punto de adoptarlo», les advierte la joven. Y que es encantador parece una evidencia ya que, pese a llevar solo cuatro meses en el centro, todos los cuidadores parecían ayer tenerle mucho cariño al peludo animal en el momento del adiós.«El tío es un rastas, lo que pasa es que en verano lo pelamos para que no pase calor»,aclara el emocionado dueño.

Trabajo de los voluntarios

Para los organizadores de la Festa dels Animals, actividad que se celebra desde hace tres años en la plaza de Joanic en el marco de la Festa Major de Gràcia, la milagrosa historia de Brut es un claro ejemplo de que el trabajo diario de los voluntarios tiene un sentido.«El caso de Brut es el más espectacular, claro, pero, gracias a las siete pasarelas de animales en adopción que hemos organizado hasta hoy, hay seis perros adoptados que ya viven con sus nuevas familias, un hurón y una gata y otras ocho preadopciones en etapa de entrevistas y confirmación», apunta Catia Tavares, una de las voluntarias de la organización, quien insiste en la importancia de actualizar los datos de los chips.