Cambios en la gestión del ciclismo urbano

BCN planea eliminar los separadores del carril bici

El ayuntamiento retirará los que sean peligrosos para peatones y motoristas

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Xavier Llobet sufrió un accidente de moto en Nàpols con Mallorca el 8 de mayo. Vio unos pantalones blancos tirados en el paso de peatones y pensó que alguien iba a hacerse daño. Paró la moto, los agarró, los lanzó a la basura y reemprendió la marcha. Con tanta mala suerte que al dar gas no percibió una de las piezas de caucho que sirve como separador del carril bici y voló por los aires. Balance de su buena obra: cinco costillas rotas, neumotórax y fractura muy fea de clavícula. Como el de Xavier no es un caso aislado, el nuevo ayuntamiento ha decidido «revisar» toda la red de viales destinados a los ciclistas para determinar si estos elementos de defensa son peligrosos. Los usuarios, por su parte, reclaman que se mantengan porque dan seguridad al ciclista, y sostienen que el problema es su mala señalización.

Eduard Freixedes, concejal de Movilidad, confirmó la noticia a este diario el jueves durante un acto de promoción de la moto eléctrica. «Retiraremos los pilones de separación del carril bici porque ha habido muchas quejas y accidentes», apuntaba un par de días antes de iniciar las vacaciones. Ayer, sin embargo, el propio edil, a través de un portavoz, matizaba a la baja su declaración y se refería a la «voluntad de revisar» en qué casos suponen «más un riesgo que un beneficio» y en cuáles «contribuyen a incrementar la seguridad de las bicis», una valoración que quedará en manos de los mismos técnicos que tiempo atrás se supone que avalaron la colocación de las señales cuando el socialista Francesc Narváez gestionaba el área.

LOS JUSTOS Y NECESARIOS / Barcelona cuenta con 48,2 kilómetros de carril bicivallado, el 24% del total de viales reservados al ciclista. Están en vías importantes como Marina, Provença, Rambla del Raval, Comte d'Urgell, Diputació, Josep Tarradellas, Rambla Prim o Muntaner. En todos los tramos, el consistorio prevé realizar un examen «para racionalizar estos elementos de protección», con el objetivo de eliminarlos, mantenerlos, e incluso colocar algunos nuevos en aquellos lugares «donde realmente sean necesarios y aporten un beneficio claro». Está previsto que esta medida, que ya se ha aplicado en la Via Júlia (Nou Barris) tras las repetidas quejas de vecinos y comerciantes, se presente en septiembre en el grupo de trabajo de la moto, creado el año pasado en el marco del pacto por la movilidad. La percepción tras charlar con Freixedes es que el ayuntamiento apuesta más por suprimir que por instalar.

La bici no parece que vaya a comulgar con la idea. Joan Valls, presidente del Bicicleta Club de Catalunya (Bacc) respondía ayer algo a contrapié porque desconocía que la liquidación de estos elementos estuviera sobre la mesa. Aseguró que los separadores dan tranquilidad al ciclista y evitan la invasión de la zona reservada al pedaleo, y argumentó que el único problema que detecta es la «falta de visibilidad». «Antes había una baliza en el inicio del carril que indicaba la presencia de estas piezas de caucho, pero de la noche a la mañana, supongo que por cuestiones puramente estéticas, desaparecieron. Barcelona no ha inventado nada, y si en otras ciudades esto funciona, no entiendo por qué aquí se plantea su posible retirada». Con evidente disgusto y no sin antes condenar el «enorme gasto» que ha supuesto hasta la fecha la «instalación, reposición y ahora eliminación» de estos pilones, Valls censuró la facilidad con que las cosas «se hacen y se deshacen» en la capital catalana.

VEHÍCULO 'MOLESTO' / La enésima dicotomía entre ciclista y resto del mundo vuelve a evidenciar que la bici, catapultada en marzo del 2007 con el nacimiento del Bicing, todavía tiene terreno por recorrer en materia de aceptación social. «En la acera estorbamos con nuestras maniobras, y en la calzada molestamos al coche porque vamos lentos», acertaba a comentar ayer el presidente del BACC.

Quizás todo se deba a la necesidad política de distanciarse del anterior equipo municipal. O a la tentación de querer contentar a la mayoría de barceloneses frente a una minoría de ciclistas urbanos.