Restauración de una gran obra arquitectónica

Gaudí renace en el Raval

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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El Palau Güell marca el inicio de la arquitectura modernista en Europa, que en esa época era la más importante del mundo. De ello está convencido el arquitecto Antoni González, responsable de la profunda restauración que ha vivido el emblemático edificio que Antoni Gaudí construyó entre 1885 y 1890 en la calle Nou de la Rambla por encargo de Eusebi Güell, su gran mecenas. La majestuosa mansión volverá a abrir su puerta el 25 de mayo tras permanecer siete años cerrada al público.

«Gaudí fue revolucionario. Este palacio es la semilla de toda su obra, el punto de partida del modernismo por las formas parabólicas, el juego de columnas y por la fluidez de los espacios. No hay antecedentes», considera González, quien insiste en que es la primera obra importante de Gaudí, la más genuina y la que mejor se ha conservado. «Solo tenía 35 años. ¡Increible!»

AFORO LIMITADO / La vivienda señorial ha tenido transformaciones de uso, pero su arquitectura, según González, no ha sido dañada. Pasó a manos de la diputación en 1945. «Eso fue una suerte porque lo hemos cuidado». La penúltima restauración acabó en el 2002 con motivo del Año Gaudí, pero dos años después hubo que cerrarlo debido al desprendimiento de parte de la cúpula que cubre la sala principal alrededor de la cual se estructuran pasillos y habitaciones.

La visita costará 10 euros y será con aforo limitado, por lo que se potenciará la reserva previa. «Su gran problema es la accesibilidad. Hay plantas donde lamentablemente no podrán acceder las sillas de ruedas». Tampoco cumple con las normativas de seguridad. «Es imposible construir una escalera de incendios». La diputación ha pactado con los bomberos limitar la afluencia. La capacidad máxima son 185 personas simultáneas, por lo que descontando el personal apenas quedan 150, lo que se traduce en un máximo de 1.000 visitas diarias, que dispondrán de audioguías en nueve idiomas.

«El ritmo de público será menor que el de la Sagrada Família y la Pedrera. Es un edificio fundamental, que no debería perderse nadie a quien le interese la cultura, pero no habrá lugar para todos. También pasa en Roma con la casa de Nerón». En consecuencia, será un espacio protegido. «Hay tesoros al alcance de todos y eso se debe controlar».

El coste de la restauración asciende a nueve millones de euros. Parte del presupuesto se ha destinado a cuidar la iluminación, ya que Gaudí protegió la casa del exterior, por lo que es bastante oscura. «Delante había dos prostíbulos, por lo que la trazó hacia dentro no hacia fuera», señala el arquitecto. Hay partes que parecen inspiradas en l acultura hispanomusulmana, especialmente en la Alhambra, cuando Gaudí no viajó allí hasta años después.

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD // Las maderas de eucalipto, pino, caoba, ébano, las cristaleras, las columnas, las cerámicas, los mármoles, las puertas de hierro y los 160 tipos de techo dan personalidad a un espacio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.

El recorrido propuesto comienza en la entrada de carruajes, que lleva a la rampa donde se encuentran las caballerizas, que han recuperado su suelo de madera original concebido para amortiguar el ruido, y finaliza en el terrado donde se encuentran las famosas 22 chimeneas detrencadís. González cuenta que los padres de Eusebi Güell vivían en la finca de al lado. «Había una conexión, un cordón umbilical entre las dos casas. Por ello, el Palau Güell fue diseñado como un gran espacio artístico». Prueba de ello son el impresionante salón de tertulias y conciertos, en el que en una de las esquinas se alza el órgano creado a finales del siglo XIX por Aquilino Amezua. Fue imposible recuperarlo por lo que Albert Blancafort ha creado uno nuevo exacto al original con sus 1.386 tubos.

LAS CLASES DE BOADELLA// Como anécdota, Albert Boadella dio clases en la llamada sala del piano cuando a mediados de los años 70 la mansión albergó el Institut del Teatre. Hay estancias con nombres poéticos: la sala de los pasos perdidos y el salón de la confianza. Los espacios más protegidos son las habitaciones del señor y de la señora Güell. Unas cadenas preservan los muebles de la cercanía de los visitantes. En la buhardilla se enontraban la cocina y los dormitorios del servicio, que se situaban en la zona más fría.