Entrevista

Fabián Ortiz:«El barcelonés es abierto, cosmopolita y permeable»

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CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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Fabián Ortiz (Buenos Aires, 1960) dirige y presentaHablamos, programa pionero sobre psicoanálisis que emite desde Barcelona la cadena RKB. Modera coloquios sobre las relaciones y los trastornos afectivos en el Espacio Psicoanalítico de Barcelona, de la calle de Balmes, 32.

-¿Influyen las redes sociales en las relaciones que se establecen en una ciudad como Barcelona?

-Una persona es un mundo y una relación de dos, una constelación. En una pareja, uno más uno nunca suma dos. Barcelona se ha convertido en una ciudad menos tranquila. En la consulta he escuchado muchas historias relacionadas con internet. Hay quien busca relaciones estables y quien solo ocasionales. Es una manera alienante. La relación se establece a través de una pantalla, desde la que se recibe una información siempre fragmentaria.

-¿Es difícil crear lazos afectivos?

-Ahora, con la prohibición de fumar, la gente se relaciona en la calle. Uno de los síntomas de que la sociabilidad no anda bien es la dificultad que tienen muchas personas para entablar relaciones. De lo que más se quejan mis pacientes es de incomunicación. Se ha ido perdiendo el proceso grupal, lo que antes hacía que la gente se juntara. La palabra grupo se ha perdido para la gente y se ha ganado para la empresa. Antes eran grupos de vecinos que se juntaban.

-¿Cuándo se rompió?

-Empezó a perderse cuando la gente dejó de sacar la silla a la calle para tomar el fresco. Por eso me emociona que subsistan unas fiestas como las de Gràcia, que son una reminiscencia del siglo XX que no tienen indicios de sobrevivir mucho tiempo. Las asociaciones ahora se establecen en el terreno virtual. Parece muy fácil establecer con un solo golpe de ratón relaciones en Facebook o en Twitter, pero no es el mundo real. Allí no te protege ninguna pantalla.

-¿Cómo se conoce hoy una pareja?

-Antes hay que saber lo que se busca. El ser humano pone los medios necesarios para encontrar un reflejo de si mismo, que es un componente claramente narcisista, o a papá o a mamá. Eso no ha cambiado ni cambiará. Hay parejas que dicen: «Somos iguales en todo». Hay personas a las que les atraen las cualidades de las que carecen o que ya han perdido, como la juventud. Eso explica porque hay parejas con tanta diferencia de edad. En el otro caso, no necesariamente el hombre busca a la madre nutricia y la mujer, al padre protector. En una relación sexual entran cuatro individuos en juego: el hombre y la mujer que cada uno lleva dentro. Son cuatro los que se meten en la cama. Nadie es consciente de querer estar con alguien como su mamá. Muchas personas se dan cuenta gracias al psicoanálisis.

-¿Qué tiene de peculiar Barcelona?

-Llegué en 1982. Me atrajo la proximidad del mar y que no era inhóspita. A diferencia de Buenos Aires, aquí había calidez humana. Nunca olvidaré a un señor que se subió a mi coche para acompañarme desde la Diagonal hasta Sarrià porque me había perdido y no encontraba el campo de fútbol. Era insólito. Desde que el turismo es una marabunta, los barceloneses van más a la suya.

-¿Cómo es el barcelonés?

-No me gusta generalizar, pero si tuviera que hacer un dibujo de trazo grueso, el barcelonés es abierto contrariamente a lo que dice el tópico. Es cosmopolita y permeable.