INFORMACIÓN EN LA VÍA PÚBLICA

Ciclistas, moteros y peatones piden que se señalicen los puntos negros

C. M. D.
BARCELONA

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Cuando presencias un accidente de tráfico, tu corazón se acelera, intentas hacer algo, aunque sea llamar a una ambulancia, y te quedas un rato observando y sufriendo sin querer hasta que decides proseguir tu camino. Te das cuenta de que tu latido sigue acelerado, de que tu mente juega con la conciencia y te dice que el herido podrías ser tú mismo. Esta situación diaria -en Barcelona se produce un accidente cada hora- demuestra que el ciudadano reacciona ante emociones fuertes. Comprobado el poder de la sugestión, ¿sería positivo señalizar los puntos negros de la ciudad para generar un áurea de prudencia?

Manuel Haro, responsable de la unidad de accidentes de la Guardia Urbana, parte de la premisa de que el entorno urbano «no puede compararse» con el interurbano, donde sí se colocan textos moralizantes sobre el número de víctimas en carretera. Este veterano agente considera que en ciudad «no hay tiempo para leer esos textos» porque suficiente trabajo supone ya «asumir todas las señales» que inundan la vía pública. «En la autopista tienes más espacio, los paneles están colocados en rectas que te permiten leer bien», razona.

¿CONOCER ES PREVENIR? / Anna Maria Crespo, presidenta de honor de la asociación Stop Accidents, defiende que la información puede convertirse en la mejor receta para evitar desgracias. Considera «muy importante» que el cuidadano conozca cuáles son los cruces más peligrosos y asegura que la información sobre estos puntos «también sería muy útil para los peatones y los ciclistas». «Si la gente supiera de antemano dónde hay más riesgo de sufrir un accidente, estoy segura de que la cifra de siniestros bajaría radicalmente», aventura esta enérgica mujer.

Lluís Puerto, responsable técnico de la fundación del RACC, aporta un punto de vista muy acorde con la habitual diplomacia de la entidad a la que representa. Dice este joven experto que lo más importante «no es señalizar los puntos negros, sino resolverlos», argumento que el propio Haro comparte. «Si pones un cartel -analiza- parece que le estés pasando la responsabilidad al conductor, y además no eliminas el peligro en sí». Admite, sin embargo, que informar sobre ellos podría ser un ejercicio de «transparencia», siempre y cuando la ciudadanía así lo reclame. Y así lo hace Albert García en nombre de Amics de la Bici, reclamando al ayuntamiento que deje a un lado «los porcentajes y los datos» y se centre en dar «la máxima información posible sobre los peligros urbanos».

UN TRABAJO DE TODOS / Juan Manuel Reyes, presidente de la asociación Mutua Motera, habla en nombre de las 6.000 motos que el año pasado se fueron al suelo en Barcelona. Considera que, como actor «más débil» de la movilidad urbana, sería muy útil conocer las calles con más accidentes. Ole Thorson, presidente de la Federación Internacional de Peatones, admite que el problema de los atropellos «ha ido mejorando», pero sugiere que señalar los puntos conflictivos «es una herramienta que generaría participación social para resolver el problema entre todos».