La convivencia en la vía pública

Ciclistas y expertos instan a la DGT a promover la pedagogía de la bici

Un ciclista y un peatón esperan que el semáforo se ponga verde en un cruce de la Diagonal, el pasado viernes.

Un ciclista y un peatón esperan que el semáforo se ponga verde en un cruce de la Diagonal, el pasado viernes.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / Barcelona

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Hay países en los que la bici tiene un lugar en los libros de historia, en los que fue ella la que tuvo que aceptar al coche. Pero esto es el Mediterráneo; conducir es una religión, tener vehículo propio dignifica y el ciclista aparece como un tipo ecologista que comulga con creencias del norte que aquí suenan a budismo sobre ruedas. Barcelona ha trabajado por la bici, pero su imagen sigue encallada. La Dirección General de Tráfico (DGT) lo sabe y prepara un código de circulación que fijará el papel del ciclista en el tráfico urbano; pero... ¿puede la bici lograr el respeto y la consideración que merece por vía de decreto? Los usuarios lo tienen claro: una ley sin pedagogía es como pedalear sin frenos.

CARRIL BICI

Buscar la seguridad sin pintar chapuzas

A Albert Garcia, potavoz de la Coordinadora Catalana de Usuarios de la Bicicleta (CCUB), le importa muy poco el número de kilómetros de carril bici que tenga Barcelona «si la realidad es que la mayoría están mal diseñados y no cumplen con el tamaño recomendado». Se plantea incluso si es necesario que existan y aboga por pintarlos solo «en aquellas calles en las que no se pueda garantizar la seguridad del ciclista en la calzada».

Haritz Ferrando, coordinador del Bicicleta Club de Catalunya (Bacc), considera que el diseño de los carriles bici «debe quedar al margen del nuevo código de circulación» y aboga por convertir en zona 30 «el 80% de las calles de Barcelona», lo que ahorraría dibujar viales destinados al ciclista. Eduard Freixedes, concejal de CiU, pide evitar «chapuzas» como el carril de la Diagonal y apuesta por viales «segregados».

CIRCULAR POR LA ACERA El caldo de cultivo de una mala cohabitación 

El miedo a circular por el carril bici lleva a muchos ciclistas a invadir la acera. Xavier Corominas, secretario técnico de la Red de Ciudades por la Bicicleta, considera «imprescindible» prohibir la circulación por aceras de menos de tres metros, una medida que, añade, «no servirá de nada si no hay un proceso de formación que debe empezar en las escuelas e incluso de manera intensa en las autoescuelas», donde se debe enseñar a convivir con la bici «y no verla como una amenaza». Garcia comparte la idea de la educación «como única herramienta que conseguirá la cohabitación entre ciclista y peatón», pero apuesta por el uso «compartido» de la acera «siempre y cuando se respete la velocidad de 10 kilómetros por hora». Ferrando, en cambio, cree que el uso de la acera «no es la opción ideal», pero entiende que sea la «única salida» de muchos «por el miedo de bajar a la calzada». Francesc Narváez, concejal de Movilidad, recuerda que la opción del ayuntamiento es vetar las bicis en aceras de menos de cinco metros.

CASTIGOS Multas proporcionales a los posibles daños

Narváez insta a la DGT a redactar un reglamento que establezca «sanciones específicas para los ciclistas», habida cuenta de que «no es lo mismo un camión que una bicicleta». Freixedes comparte la idea de establecer un baremo distinto que sea «proporcional», aunque reclama «no minimizar el riesgo y el daño que pueden provocar». Corominas, en cambio, considera que un exceso de normas «provocaría que la gente huyera de la bici», argumento que comparte Garcia, que considera «una tontería» multar por igual a un todoterreno que a un ciclista.

Ferrando coincide en la necesidad de sancionar las actitudes que así lo merezcan, aconseja a la DGT que sean proporcionales al peligro que supone la bici y rechaza la posibilidad de quitar puntos del carnet. Antes de redactar un nuevo libro de sanciones, Freixedes cree «imprescindible» hacer cumplir el vigente. «Si ya no se persigue al incívico, no sirve de nada legislar», se queja.

UTILIZACIÓN DE LA CALZADA Usuarios defensores, políticos recelosos

Garcia es el más vehemente en esta cuestión. Defiende que el ciclista debe poder circular «por cualquier carril según le convenga en función de su destino y su seguridad», aunque admite que hay ciertas calles en las que es «una temeridad» meterse en medio del tráfico. Propone a la DGT que impulse un carril a imagen y semejanza del que ya funciona en París: un vial de cuatro metros por el que circulan autobuses, taxis y bicicletas. Ferrando señala que el carril bici «no debe ser de uso obligatorio». Corominas, por su parte, lamenta que todavía se pite a las bicis que van por los carriles de circulación y reclama una «campaña de comunicación que recuerde que el ciclista tiene derecho a usarlos». Desde CiU, Freixedes considera que los ciclistas «deben circular siempre por el carril de la derecha, mientras que el concejal de Movilidad recomienda usar «el más cercano a las aceras porque son los más lentos y protegidos». 

Garcia y Ferrando señalan la «educación en valores» como la base sobre la que construir la buena convivencia vial del futuro. El portavoz del CCUB cree que así se evitará «la prepotencia del conductor», mientras que el miembro del BACC opta por hablar de «sensibilidad».

MATRICULACIÓN O REGISTRO Acuerdo entre poder público y policías

Freixedes se queda solo en la defensa de la matriculación de las bicis. El concejal de CiU sostiene que es un vehículo más y que la placa «permitiría identificar y sancionar a los incívicos, del mismo modo que se hace con coches y motos». El resto de los consultados apuestan por el registro nacional de bicis, esto es, un archivo en internet en el que uno pueda encontrar su bici robada o perdida. Eso sí, esta iniciativa requeriría que todas las fuerzas de seguridad y los ayuntamientos trabajaran al alimón.

APARCAMIENTO

El principal problema contra la confianza

Uno de los principales frenos del boom de la bici en Barcelona es el tema de los robos. Mientras el ayuntamiento publicita las cerca de 22.000 plazas reservadas en las calles de la ciudad, los usuarios insisten en la necesidad de reservar espacios cerrados y de modificar la ordenanza de urbanismo para que todos los edificios de nueva construcción deban incluir obligatoriamente plazas para bicis en el párking privado. Tampoco hay acuerdo sobre si permitir o no atar la bicicleta al mobiliario urbano.