la evolución de un TRANSPORTE públicO

El Bicing sortea al 'socio invisible' y se planta en 115.000 abonados

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Barcelona se divide entre los que creen que el Bicing ha ayudado a impulsar la bici urbana y los que opinan que ha generado una actitud de rechazo y odio hacia los ciclistas. Tres años y medio después de su nacimiento, la bicicleta pública de Barcelona culmina su segunda etapa, la de la consolidación del sistema, y da por finalizada la operación limpieza, en la que se ha sacudido de encima a la gran mayoría de usuarios que aprovecharon la promoción inicial para apuntarse pero que nunca han usado la tarjeta más allá de préstamos ilícitos a algún conocido. Así las cosas, el Bicing ha pasado en un año de 195.000 a 115.000 socios. Son 80.000 menos, lo que podría considerarse un fracaso si no fuera porque los usos diarios no han variado.

Francesc Narváez, concejal de Movilidad, cree que el Bicing ha sido «el gran revulsivo de la bicicleta» en la ciudad y recuerda que la implantación del sistema dobló el número diario de desplazamientos en bicicleta por las calles de la capital catalana.

TÓPICOS NEGATIVOS /Albert Garcia, portavoz de la Coordinadora Catalana de Usuarios de la Bicicleta considera, en cambio, que la bici roja y blanca de Clear Channel ha ayudado a «generar tópicos negativos y a crear en el peatón la sensación de que le están persiguiendo», y sostiene que el Bicing es una «estrategia para controlar el uso de la bici en Barcelona». Garcia, además, critica que el sistema lo gestione un servicio que no tiene «nada que ver con el mundo de la bici» y ve absurdo que la gente que no vive pero sí trabaja en la ciudad no pueda abonarse.

Eduard Freixedes, concejal de CiU, considera que el Bicing es «una buena idea mal gestionada» y adelanta que si Xavier Trias gana las elecciones municipales de mayo, la formación nacionalista «cambiará todas las bicicletas por otras más modernas acorde con la imagen de diseño y excelencia que debe vender Barcelona». Freixedes tacha de «absolutamente increíble» la «deserción» de abonados, reclama replantear «el nivel de exigencia con la empresa concesionaria» y censura que el ayuntamiento colocara «6.000 bicis en la calle sin que la ciudad estuviera preparada». «El Bicing es uno de los responsables de la mala convivencia en las calles. Mucha gente ha visto el conflicto que genera y por eso ha dejado de usarlo», considera.

Haritz Ferrando, coordinador del Bicicleta Club de Catalunya, defiende que la bici pública «ha hecho un bien a la ciudad» por cuanto «ha introducido la cultura de la bici de manera acelerada», y mantiene que el servicio está «consolidado», aunque eche de menos «cursos de circulación para ciclistas noveles».

POTENCIAR BICIESCUELAS / Xavier Corominas, secretario técnico de la Red de Ciudades por la Bicicleta, opina también que el Bicing debería ir acompañado de un curso sobre cómo circular por ciudad, lo que podría evitar que mucha gente recurra a las aceras o cometa infracciones: «Las biciescuelas serían de gran ayuda para evitar la mala imagen que causa la difícil convivencia con el peatón», concluye.