A PIE DE CALLE

El Padre Nuestro espera al monstruo

Un topógrafo hace mediciones en la calle de Mallorca al paso de la tuneladora, cerca ya de la Sagrada Familia.

Un topógrafo hace mediciones en la calle de Mallorca al paso de la tuneladora, cerca ya de la Sagrada Familia.

EDWIN Winkels

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La lombriz insaciable, un monstruo de 100 metros de largo y 12 de diámetro, prosigue su camino a más de 30 metros de profundidad, pero en la superficie la vida sigue como si nada pasara. Bueno, aún no en el cruce de Padilla con Mallorca, donde se tardará hasta cinco meses en sellar el pozo de obras y en dejar a los vecinos en paz (por cierto, la tienda de moda Novetats Padilla no ha echado el cierre; solo estaba de vacaciones sin dejar constancia de ello en las persianas). En cambio, sí reina la calma en la idílica plaza deGaudí.

En la pista de petanca se desafían una docena de abuelos ante la mirada de tres indigentes en un banco. En el colindante campito de fútbol una madre se desespera para que el niño deje de tocar la pelota; ella incluso se la tiene que devolver a veces, porque no hay amiguitos ni hermanos. En otro banco, una mujer hojea un folleto de electrodomésticos con televisiones entre 469 y 579 euros. Y en el césped un hombre toca la guitarra flamenca. Delante de todos ellos, la Sagrada Família permanece igualmente impasible, con cientos de turistas pululando como hormigas alrededor de sus pies.

Media manzana

Nadie se da cuenta de que la temida tuneladora, la del ya caducoAVE pel litoral,está ahí mismo, rozando los cimientos de la catedral gaudiniana. Bueno, según algunas fuentes, el bicho, al que le han dado el nombre deBarcinopara que parezca más simpático, acaba de pasar Lepant, penúltimo cruce antes de llegar al templo. Pero según los trabajadores sobre el terreno, la gran cabeza está más avanzada, ya se ha comido media manzana. «Aquí mismo, bajo mis pies», dice un joven topógrafo de SolData, la empresa encargada de detectar el más mínimo movimiento en la superficie. «Sí, está aquí mismo», confirmaAli, el simpático guardián del almacén de Sacyr, empresa encargada de la obra que ha ocupado una vieja fábrica enfrente del parque. YAlilo sabe, porque ahí se cambian de ropa las 24 horas del día trabajadores que bajan a las entrañas de Barcelona para abrirle camino al AVE.

En su garito silencioso en una fábrica semiabandonada, el guardián uniformado nunca ha notado ningún temblor que delatara a la tuneladora. «Hay gente, vecinos de aquí, que me dicen que tienen miedo. Que dicen que por qué la máquina no ha pasado por otra calle».

Ahora ya está ahí. Le esperan las ocho columnas sin terminar de la fachada de la Glòria, donde tranquiliza el Padre Nuestro inscrito en dos enormes puertas de bronce. Junto a Dios, cuidan del templo gente de la Unesco y una comisión de expertos de Fomento, pero no sé si es bueno o malo que en esa comisión haya un holandés y un alemán responsables de túneles de metro en construcción en Ámsterdam y Colonia, donde se hundieron en el 2009 casas centenarias y el archivo nacional, respectivamente. «...hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo».