LA EVOLUCIÓN EN BARCELONA DE UN FENÓMENO EXTENDIDO EN TODA EUROPA

El trato municipal a los okupas se endureció a partir del 2006

El colectivo dejó de ser tolerado tras el adiós de Clos y un grave ataque a un urbano

Pugna entre un agente de la policía y un manifestante, en el paseo de Gràcia, el pasado miércoles, en el transcurso de la algarada que sucedió al desalojo de la sede del Banesto.

Pugna entre un agente de la policía y un manifestante, en el paseo de Gràcia, el pasado miércoles, en el transcurso de la algarada que sucedió al desalojo de la sede del Banesto.

XABIER BARRENA
BARCELONA

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de niños traviesos a delincuentes. Ese ha sido el trayecto de un colectivo, el okupa, que llegó a Barcelona a mediados de los años 90, como réplica a lo que sucedía en otras capitales (Berlín, Londres y Amsterdam) donde lossquatterscampaban a sus anchas desde hacía lustros. Aceptados en una primera época con condescendencia ( ya se sabe, pecadillos de juventud, no hacen daño a nadie...) el retrato empezó a cambiar en el 2006.

En ese año, en febrero, en un desa-

lojo de una finca en la calle de Sant Pere més Baix, un agente de la Guardia Urbana resultó gravemente herido hasta el punto de quedar inválido. Ahí se acabó la condescendencia de muchos, entre ellos, del Ayuntamiento de Barcelona. El colectivo okupa ya había cambiado en los últimos años y se había tornado en algo mucho más agresivo y violento. Básicamente por dos razones. Primero, las multitudinarias manifestaciones contra la guerra de Irak esparcieron por toda Europa la imagen de que Barcelona era un vergel de libertad y tolerancia, un imán para los buscavidas radicales de países como Italia donde el poso de berlusconismo expulsaba a los más politizados jóvenes izquierdistas.

OKUPA MUERTO / En las fiestas de Gràcia del 2004, en una agresión planeada, un skin mató a un okupa, desencadenando, como reacción, una ola de incidentes en ese distrito.

En ese mismo 2006 se produjo el cambio de alcalde. Jordi Hereu se mostró, ya desde un principio, mucho más duro y beligerante con los okupas que su antecesor, Joan Clos, siempre dispuesto, quizá influido por Imma Mayol (ICV-EUiA), a razonar e incluso negociar con el colectivo. Como resume un portavoz okupa: «Con Clos vivíamos mejor».

«Entendimos que había una guerra por el espacio público entre nosotros y varios colectivos, desde okupas, a lateros y prostitutas» señala una voz municipal. En el 2006 se

desalojaron un 87% más de casas que en el 2005. Las tornas habían empezado a cambiar.