EL MAL ESTADO DE UNA FINCA CATALOGADA

Una casa modernista agoniza desde hace años en Vallvidrera

La crisis obligó a la propiedad a dejar las obras a medias tras construir un párking

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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El barrio de Can Rectoret, en Vallvidrera, es uno de los lugares de Barcelona menos conocidos por los propios barceloneses. Aquí no llega un solo turista y los vecinos se saludan por el nombre, comparten el Bus de Barri como en ningún otro lugar y disfrutan del silencio y los escasos ecos que llegan de la gran urbe. Entre tanta paz, llama la atención la presencia de una casa modernista construida a principios del siglo XX por el arquitecto Joan Rubió Bellver, un ayudante de Gaudí que recibió el encargo de dibujar un edificio que haría las veces de lavadero de un sanatorio antituberculoso que nunca llegó a funcionar. Más de 100 años después, esta finca que forma parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad, agoniza a la espera de que los propietarios se decidan a rehabilitarla.

En febrero del 2006, este diario se hacía eco de un proyecto para convertir el sanatorio del Tibidabo en una vivienda privada. Se adjuntaba foto de una enorme grúa que lo único que hizo fue abrir un enorme boquete para colocar los cimientos de un amplio aparcamiento que hoy es un mural de grafitos y un improvisado vertedero de latas y basuras varias. La maleza ha tomado la delantera y ya se levanta casi un metro y las vallas que deberían prohibir el paso están rotas.

OCUPACIONES Y FIESTAS / Hace algunos años, la casa –una nave central de dos pisos rodeada por ocho torres cilíndricas– fue ocupada en varias ocasiones y los vecinos denunciaron todo tipo de juergas en su interior. Se sellaron las puertas con sopletes y se colocó madera en las ventanas inferiores, pero los amantes de lo ajeno lograban colarse con todo tipo de estructuras de madera que todavía hoy siguen apoyadas en las paredes.

Fuentes del distrito de Sarrià-Sant Gervasi aseguran que no pueden hacer nada porque se trata de una propiedad privada, pero concretan que en el caso de que se iniciaran las obras, «el ayuntamiento controlaría el avance de los trabajos para garantizar que se mantenga el diseño original».

De hecho, esta casa de Rubió Bellver, autor de obras como la Casa Golferichs y la Escola Industrial, aparece en el listado de fincas protegidas en la web de Urbanismo del ayuntamiento, donde se señala la necesidad de «protegerla físicamente contra la degradación y reponer los elementos desaparecidos y documentados fotográficamente». «La restauración deberá hacerse colocando elementos de carpintería metálica con gran porcentaje de cristal para mantener al máximo las dimensiones de las aperturas existentes», añade. Un portavoz de la empresa encargada del proyecto, Construccions Nivell, rechazó hacer declaración alguna, pero antes de colgar el teléfono tuvo tiempo de admitir que la crisis paró las obras. La misma tesis sostienen en el distrito, pero ni unos ni otros saben cuándo se retomarán.