tendencia comercial en la capital catalana

La comida para llevar se impone en la gastronomía de BCN

Comida preparada

Comida preparada / periodico

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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del mostrador a casa, directo al plato y sin pasar por los fogones. Los barceloneses poco a poco han ido venciendo los prejuicios hacia las comidas preparadas, y la falta de tiempo de muchos, la comodidad y los ajustes en la economía doméstica han hecho el resto. Como resultado, tiendas de alimentación, puestos de mercado tradicionales y restaurantes han multiplicado las propuestas gastronómicas para comer en casa con calidad y sin tener que cocinar. La oferta crece a diario.

Las rostisseries tradicionales de pollo a l’ast y canelones han dado paso en Barcelona a un universo de sabores que permiten comer a la carta pero en el calor  del hogar, con el ahorro que puede suponer en bebidas, cubierto y complementos de la comida. Los mercados tradicionales que han sufrido reformas para modernizarse han evolucionado del producto sin preparar a los semielaborados, mientras que puestos clásicos como los de legumbres se han abierto al abanico de elaborados viendo que no solo captarán más clientes, sino que «el valor añadido» también tiene más rentabilidad, apunta Albert González, director municipal de Comercio y Consumo. Y el fenómeno es extensivo a las tiendas a pie de calle.

El exponente más claro son los establecimientos específicos de comidas preparadas surgidos en los últimos años, con cadenas como Nostrum (con 44 tiendas entre la capital catalana y municipios próximos) que venden 20.000 raciones diarias, así como los llamados bufets saludables del estilo de Fresh&Ready y Lactuca (a partir de ensaladas pero cada vez con más platos del día) que también ofrecen la pujante fórmula estilo tupperware, donde el cliente se llena un recipiente al gusto con una ración por unos cuatro euros.

A la variopinta oferta hay que sumar pastelerías con preparados que van de las empanadas a las croquetas y demás; restaurantes que también tienen platos para llevar o distribuir a domicilio; y charcuterías que agregan a los embutidos propuestas listas para comer en casa.

MOMENTO PROPICIO / Al factor comodidad y a la falta de tiempo de muchas parejas para cocinar –auténtico motor de la tendencia–, se suma la crisis. Y es que aunque las comidas para llevar suelen salir más caras que cocinar en casa y apuntan básicamente al ahorro de tiempo, sí resultan más baratas que comer en un restaurante. «Y ahora mucha gente come menos fuera de casa pero quiere algo listo para tomar sin esfuerzo», argumenta el secretario general de la Confederació de Comerç de Catalunya, Miquel Ángel Fraile. De hecho, muchos de los establecimientos visitados cuentan con bandejas de raciones individuales a partir de los tres euros, y con menús a partir de los 6,50.

Eso sí, algunas fuentes apuntan que el boom no siempre crece al amparo de la legalidad, ya que los restaurantes necesitan tener licencia de cátering para distribuir también a domicilio, mientras que las tiendas de comidas para llevar precisan también de doble licencia de degustación si también ofrecen sus productos para consumir en el interior. Joan Mateu, presidente de la Fundació Barcelona Comerç, agrega que el consumidor barcelonés cada vez tiene menos tiempo y ahora, por fin, encuentra una gran oferta de calidad a precios razonables al ganarse puntos de venta y variedad, lo cual apunta aún a un futuro mayor auge del mercado.

A LA CARTA / En la misma línea, la empresa Yes Delivery facilita aún más la logística de comer algo recién hecho y hasta con un buen vino con el mínimo esfuerzo y en el salón de casa. Distribuye a domicilio las propuestas de más de una veintena de restaurantes barceloneses (desde japoneses a tradicionales), incluso combinadas y con rapidez, siguiendo el ejemplo de otras grandes urbes donde la buena mesa, sin necesidad de tenerse que arreglar para salir de casa, ya está arraigada hace años.