desenlace fatal tras un servicio en sant martí

El bombero fallecido no sabía que pisaba una estación eléctrica

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Cuando la tragedia es pasado, sacar conclusiones no va a reponer lo perdido, pero quizás ayude a no caer en el mismo error. La muerte del bombero de 28 años José Garrido cuando intentaba rescatar a un niño puede tomarse como un fallecimiento más en acto de servicio, pero el caso es que semejante desenlace podría haberse evitado. El menor entró en un enorme solar de la rambla de Guipúscoa que antes ocupaba la fábrica de Cobega y había caído en una estación eléctrica que no estaba debidamente señalizada. El bombero debía realizar un servicio rutinario; de esos de llegar, desplegar escalera, sacar al niño y volver a la estación sin un rasguño y con una satisfacción más. El agente, sin embargo, no sabía de la presencia de los 11.000 voltios y con solo tocar el metal, la electricidad se encargó del resto. Ayer, de madrugada, tras ser operado de urgencia, perdía la vida.

¿Por qué el primer equipo que acudió al lugar no fue advertido del transformador? ¿Cómo una infraestructura tan peligrosa era tan accesible? Todos los compañeros de José Garrido deben estar haciéndose estas y muchas otras preguntas que deberán ser aclaradas por una investigación que el mismo alcalde Jordi Hereu reclamó ayer durante su visita preolímpica a la Cerdanya.

Si se echa mano del Google Street View, uno puede comprobar que cuando la fábrica de Cobega estaba en pie sí había dos señales en la pared que advertían del peligro. Era el clásico cartel con un rayo y el logo de Fecsa, suficiente como para dar un paso atrás, suficiente para que un bombero pida a la compañía que cierre el fluido eléctrico para poder trabajar sin jugarse la vida. El caso es que la valla metálica que aislaba el solar no aportaba información alguna del peligro interior, razón por la que José y sus compañeros acudieron a la llamada de «un niño que ha caído en un agujero» sin las prevenciones propias que exigía la situación real de rescate.

DUDAS SOBRE LA VIGILANCIA / A pesar de que el ayuntamiento aseguró la noche del viernes que el solar tenía vigilancia privada, un vecino y amigo de los padres del menor herido aseguró ayer que varios niños del barrio llevaban «un mes jugando en el interior y que el vigilante nunca les había visto». «Es penoso que durante la demolición de la fábrica hubiera tanta seguridad para que los rumanos no robaran la chatarra y ahora la vigilancia sea nula», denunció.

El menor sigue en estado muy grave con quemaduras en el 37% de su cuerpo, mientras que el otro bombero electrocutado evoluciona favorablemente de sus quemaduras en las manos.

El ayuntamiento opta por ahora por la prudencia, a la espera de que la investigación iniciada por los Mossos d’Esquadra pueda ayudar a depurar responsabilidades y, por qué no, evitar que se vuelva a cometer el mismo error fatal.