La música // crónica
Sisa desplegó su reino de fantasía en la plaza de Catalunya en un largo concierto
Contó con invitados como Serrat, Antònia Font y Roger Mas
Cuando un artista galáctico monta una fiesta no se anda con tonterías: toca oficiar un espectáculo elevado, que cubra todos los frentes. El tiempo es irrelevante. ¿Qué son tres horas en la enormidad cósmica? El martes, en la plaza de Catalunya, Sisa presentó su nuevo disco y miró al pasado, centró los focos y pasó el testigo a sus amigos, cantó solo y en compañía, vistió traje galáctico y de calle, y brindó Qualsevol nit pot sortir el sol a la ciudadanía. Lluvia de estrellas en el 60° aniversario de uno de los dos vecinos más famosos de la calle Poeta Cabanyes, de Poble Sec, que cumple años el día de la Mercè.
La Nit galàctica se estrenó con el acordeón de Joan Garriga (La Troba Kung-Fú) y Visca la llibertat. Un manifiesto: solo desde una libertad no negociable era posible diseñar un montaje como ese. Con un presentador de voz aflautada envuelto en globos y con alas de cartón; Iván Martínez, de Don Simón y Telefunken. Y cediendo la tarea de animar el ambiente a la canción El trist i desconsolat enterrament, en voz de Marc Parrot. Tras él llegó Jordi Batiste con El pas dels anys, y el rumbó se asentó con Melodrama, desoxidados tras años de silencio administrativo.
El grupo conserva, resplandeciente, ese registro de pop impetuoso un poco proto-punk que tan inadaptado resultó en su día en la escena layetana. Gloriosa rugosidad aplicada, en compañía de las voces de Splac, a El cabaret galàctic, Sisa comiendo pollo (dadaísmo en la voz de Raül Fernández, Refree) y Coristes i numismàtics, defendida por Pau Debon (Antònia Font). Se sumaron más voces, Oriol Tramvia, Roger Mas y Quimi Portet.
Por fin, después de un cuarto de hora de pausa y una breve performance a cargo de Pau Riba, apareció la estatua de la libertad, es decir, Jaume Sisa y su último sombrero-peineta con puntas, acompañado de las Acapulco All Stars, una versión de Antònia Font preparada para un crucero mediterráneo. Sonó el repertorio de Nit cap ni peus tal y como fue grabado por los mismos músicos, con sus guiños a Riba y Francesc Pujols, y culminado con la celebrada declaración de intenciones de Aquest any follarem com folls.
REUNIÓN DE MÚSICA DISPERSA
En el último bloque, un Pascal Comelade que adaptó su juguetería a El setè cel y L'home dibuixat. Momento histórico: los veteranos de Música Dispersa, es decir, Selene y Albert Batiste, más Joana Bravo (hija del malogrado Cachas), atacando Carrer, del álbum Orgia. De ahí, a la foto de familia con Qualsevol nit pot sortir el sol y todos los intérpretes de la noche. ¿Todos? No, Serrat, con una camiseta con la leyenda Made in Poble Sec, remató el clímax con un dúo en El meu carrer, evocando orígenes paralelos en la falda de Montjuïc. Pasaban las dos de la madrugada y Sisa se reconocía sin palabras en No cal parlar.
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