La apertura

Sisa revoluciona el Saló de Cent con un pregón galáctico e inédito

Jaume Sisa.

Jaume Sisa.

ALBERT OLLÉS
BARCELONA

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Jaume Sisa le puso ayer las pilas a la Mercè con un pregón de léxico prolífico y vertiginoso, salpicado de canciones y premiado con la ovación más larga que se recuerda en los últimos años. El cantautor revolucionó el Saló de Cent con un discurso inédito en el lugar y el momento por su desenfado y creatividad artística. Un pregón galáctico, marca de la casa, en el que destacaron la defensa de la Barcelona mestiza; las alusiones a su historia --entroncadas con los recuerdos de infancia del artista-- y a sus debates actuales, con los turistas incívicos y el Bicing entre otros protagonistas.

Sisa se impregnó de la atmósfera medieval del Saló de Cent y jugó a ser trovador ante el beneplácito de las 2.000 personas que siguieron su actuación en el interior del ayuntamiento, donde se habilitaron salas anexas, y en la plaza de Sant Jaume. El primer guiño fue una estrofa de Pau Riba, compañero en los Setze Jutges: "Cuando la Mercè está contenta sonríe y aplaude".

ÉTER TRANSMUTACIONAL

En el apartado de los saludos no se dejó a casi nadie, incluidos los "barceloneses del éter transmutacional" y los "finlandeses, japoneses y originarios del Peloponeso que por azar o decisión propia o inducida, han venido a parar a esta ciudad condal, prodigiosa y deseada, turística y doméstica".

El cantautor tuvo un recuerdo para el inmigrante actual, del "primer, del segundo, del tercer mundo y de la cuarta dimensión" y para los que llegaron antes, a los que dedicó una canción de Antonio Molina. También hubo saludos descentralizados a los barrios, en especial el del Poble Sec, donde nació, precisamente, el día de la patrona. "Me tocaba llamarme Mercè pero las convenciones de la época no lo permitieron. Desde entonces arrastro la inmensa nostalgia de no ser la Mercè", ironizó.

El pregonero enmarcó en ese barrio sus primeros recuerdos, como los relatos, en boca del padre, del Paral.lel republicano; los "bizcochos de chocolate en la granja Gustems" o los turnos para espiar a las coristas del Molino. Tras un momento de éxtasis religioso para rememorar su despertar carnal, Sisa cambió el registro de los sentimientos por el del instinto y la razón: "Las tres vías de conocimiento que conforman la síntesis del punto de vista galáctico".

Primero enumeró los espacios simbólicos de su Barcelona, con la Rambla, cantada por Gato Pérez, en el centro del universo. Luego reconoció que le gustaría una ciudad con "menos turistas meones y más viajeros ilustrados". Y se despidió con una delirante descripción --Bicing incluido-- de los protagonistas y lugares de las fiestas, con epílogo lírico: "Súbete a Colón, súbete a Colón, en el ascensor, a pie o en avión".