Gloria Gaynor celebrará el aniversario del himno 'I will survive' con un disco y un DVD

La canción iba a ser la cara B de un 'single'

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Hace casi 30 años, Gloria Gaynor (Nueva Jersey, 1949) tenía ante sí una partitura de los compositores Dino Fekaris y Freddie Perren, I will survive. El deseo de la discográfica era incluirla en una triste cara B de single, pero ella se rebeló. "Pensé que estaban locos. Yo sabía que esa canción sería un éxito, y los convencí de que fuese la cara A", recuerda Gaynor, que ayer ofreció en el Palau (Festival del Mil.lenni) su primer recital en Barcelona. Hasta ahora, su única experiencia catalana se limitaba a su paso por el Àngel Casas show, de TV-3, en 1987.

Gaynor se sabe atada para siempre al crescendo discotequero de I will survive, banda sonora ideal para crisis de autoestima y edificante himno multiusos: del manifiesto feminista al eslogan gay; de la fiesta descocada al karaoke universal. "Tengo suerte, porque cualquier artista desea tener una canción que todo el mundo espere oír cuando sales al escenario", explica en un castellano salpicado por algunas dudas, aprendido en sus años de residencia en Acapulco (México).

Evasión en la pista

Grabada en 1978, I will survive (Sobreviviré) salió en Europa a principios de 1979, en el cénit de la era disco. Gaynor ya había probado el éxito con Never can say goodbye, cuatro años atrás, y estuvo en la sala de máquinas de un fenómeno musical al que atribuye raíces económicas: la crisis de 1973 condujo, estima, a la evasión hedonista discotequera. "Era un momento de recesión y la gente necesitaba liberarse de los problemas y del estrés. No había dinero, y por eso prosperaron las discotecas; lugares en los que, por poco dinero, podías pasar un buen rato bailando con música grabada".

I will survive fue un poco más allá: no invitaba a la simple evasión, sino a afrontar la realidad con la convicción del ganador. "Es una canción que transmite coraje a la gente para que resuelva sus problemas". Y añade un detalle vivencial. "Una vez, en Italia, una chica vino a verme y me dijo que había pensado en suicidarse, pero que la canción le hizo replanteárselo todo".

Sus palabras dejan un rastro espiritual, lo cual nos recuerda que Gaynor abrazó la fe evangélica en 1982 y que, desde entonces, se refiere con ánimo crítico a su vida alegre preconversión. "Dos años antes de rebautizarme, no quería saber nada de Dios. Me lo pasaba bien sin él; tenía éxito. Pero sentí un vacío que solo él podía llenar". Así que la disco diva dejó paso a una humilde sierva iluminada por las sagradas escrituras. "Para utilizar esta grabadora hay que leer antes las instrucciones, ¿verdad?", señala. "Pues con la vida pasa lo mismo: las instrucciones están en la Biblia".

Never can say goodbye tuvo una segunda vida comercial en 1987 en su versión de The Communards, con la voz de Jimmy Somerville. La conexión de Gaynor con el imaginario gay ha creado algún desencuentro; declaraciones en las que la cantante desaprobaba la conducta homosexual. Ahora, evita los juicios. "¡El presidente de mi club de fans europeo es gay!", suelta riendo. E insiste en que toda base de fans es buena si tiene como objetivo "compartir el conocimiento de Dios".

Su espiritualidad le ha llevado a comprometerse con causas benéficas: cáncer de mama, niños desatendidos, alzhéimer... Y dice llevar una vida de lo más sana. "No tomo alcohol, ni fumo, ni consumo drogas; hago yoga y baños de vapor, e intento no hablar mucho antes de un recital", apunta. A sus 58 años, su voz aún aguanta, aunque no sea la misma. "Está más madura, como toda yo", ironiza Gaynor, que se declara admiradora de Norah Jones, Alicia Keys y Brian McKnight.

Salto a la pantalla

Sus más de tres décadas de trayectoria inspiran ahora un guión para el cine o la televisión. "Es la productora quien debe decidirlo", señala. Anuncia un 2008 consagrado al 30° aniversario de I will survive, con una regrabación de la canción en un nuevo disco, incluida una réplica en clave de góspel. También espera publicar un DVD producto de sus recitales de este invierno. Así que aquella canción destinada a la cara B de un disco sencillo ha condicionado toda su vida. Gaynor asume su misión. "Dios me usó para mandar el mensaje de I will survive".