El nieto del Che revisa el mito

GEMMA TRAMULLAS / BARCELONA

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Junio de 1967. Día 14. "He llegado a los 39 y se acerca inexorablemente una edad que da que pensar sobre mi futuro guerrillero; por ahora estoy entero". Cuatro meses después de anotar estas líneas en su diario de campaña, Ernesto Che Guevara fue fusilado en Bolivia. Su Diario de Bolivia, que se publicó un año después, inspiró a los movimientos armados latinoamericanos de los 70 y entronizó al guerrillero como un mito global. Ahora, el nieto del Che, Canek Sánchez Guevara, y Radamés Molina publican una versión revisada del Diario de Bolivia (Linkgua), con 400 anotaciones que completan el puzzle de esa etapa histórica.

"El diario es un poco extraño --afirma Sánchez Guevara en la oficina de la editorial Lingkua en Barcelona--. Es de una escritura muy fría, casi clínica. Son pequeñas notas, tomadas cada noche en la hamaca. Sin embargo, ese texto tan despojado de romanticismo despertó todo un movimiento en Latinoamérica". Las notas de la nueva edición contienen información histórica, fragmentos de los diarios de otros guerrilleros, declaraciones de exagentes de la CIA y de militares del Ejército de Bolivia.

La motivación revisionista de los autores no es nostálgica, más bien nace del escepticismo inherente a la posmodernidad: "Hay un ejercicio de exorcismo, pero no por ser nieto del Che, sino por haber vivido en Cuba el proceso de ideologización y de obediencia al régimen. Allí, el Che no se puede ver con distancia crítica. Pero, sobre todo, queríamos revisar los contextos en los que se desarrolló esa lucha, y en los que se desenvolvió el Che. Si hay algo sentimental, está en segundo plano".

Espíritu libertario

Canek Sánchez Guevara nació en La Habana en 1974, seis años después del fusilamiento de su abuelo. Era el hijo mayor de Hildita, la hija del primer matrimonio del guerrillero, y desde niño se movió en un ambiente muy politizado. Tras vivir en México e Italia, volvió a La Habana, donde pasó su adolescencia. Era un tipo poco amigo de las normas --aunque fueran las normas de la izquierda-- y de espíritu libertario. En la Cuba de los pesos, él pegó un billete de dólar en su guitarra. Las autoridades le amonestaban, pero le dejaban hacer. Al fin y al cabo, era el nieto del Che.

Pero no encontraba su lugar en Cuba, así que en 1996 se fue de la isla. Sánchez Guevara no es precisamente guevarista --"mi época no está para guevarismos"--, pero ataca "las ideas de la izquierda totalitaria" sin unir públicamente su voz a los exiliados cubanos.

En Barcelona se reencontró con su amigo Radamés, al que hacía 15 años que no veía, y en una noche de borrachera le propuso revisar el Diario de Bolivia. Durante un año leyeron miles de documentos, entre ellos alguno desclasificado de la CIA que no tiene desperdicio: "Encontré el informe del primer agente de la CIA que leyó el diario. Decía que el texto podía ser liberado sin problema, que no era más que un relato vano de sufrimientos y que no había nada en él que pudiera generar una chispa romántica. Ese hombre sería un buen agente, pero era un pésimo sociólogo".

La edición revisada del Diario de Bolivia se ha presentado en el marco de la exposición de la Virreina Ch€! Revolución y mercado, que narra la transformación del icono revolucionario en una marca de consumo global.