Un libro narra la vida de alcohol, Gitanes y mujeres de Gainsbourg

RAMÓN VENDRELL / BARCELONA

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Noticia bomba: Serge Gainsbourg, sátiro genial, zar del pop venéreo, coleccionista de bellezas de las que parecía su padre, era pudoroso hasta el extremo de ocultar su cuerpo a sus mujeres. "Jamás dejó que nadie lo viera desnudo. Yo nunca lo vi desnudo. Ni su última esposa Bambou tampoco. Siempre se tapaba con la bata que se había llevado del rodaje de Romance de un ladrón de caballos. Era un hombre de lo más recatado", explica Jane Birkin en Serge Gainsbourg. La biografía, texto de la periodista musical londinense Sylvie Simmons que supone el primer relato de la vida del autor de Je t'aime... moi non plus publicado en España.

Hijo de judíos ucranianos emigrados a París, Serge Gainsbourg (1928-1991), Lucien Ginsburg en su partida de nacimiento, ocupa una insólita posición sincrética en la música francesa. Pertenecía al ancien régime de la chanson, el jazz y el cabaret, pero supo ver que la efervescente revolución pop llegaba para quedarse y no era sinónimo (o no solo era sinónimo) de adolescentes con la cabeza hueca, como pensaban sus compañeros de quinta.

Lo mejor de su fugaz paso por la École Supérieure des Beaux-Arts fue que le permitió hacer el amor con Elisabeth Levitski en el apartamento de Dalí en París. Levitski, amén de modelo para los estudiantes, era secretaria del poeta surrealista Georges Hugnet, quien tenía una llave del domicilio parisino de Dalí. Gainsbourg y Levitski la tomaron prestada y vivieron una noche que marcaría al cantante. El salón pintado y decorado en negro le inspiró años más tarde la decoración integralmente negra de su célebre piso en la calle de Verneuil, escondite para cuya construcción también siguió las enseñanzas estéticas del clarividente dandi Jean Floressas des Esseintes, alter ego de Huysmans en la novela A contrapelo.

Reconducido su impulso artístico hacia la música, Gainsbourg fue bendecido por Boris Vian y se hizo un nombre como compositor e intérprete afilado y heredero de las vanguardias de principios de siglo. Su salto a la dimensión pop se produjo en 1965 cuando France Gall ganó Eurovisión con la canción del fumador compulsivo de Gitanes Poupée de cire, poupée de son. Poco después la inocente Gall se convirtió en la primera nínfula víctima del artista. La pobre chica enmudeció cuando se le hizo notar que la letra de Les sucettes (Las piruletas) escondía (tampoco demasiado) dobles sentidos eróticos.

Gainsbourg y Brigitte Bardot grabaron canciones inmortales (Bonnie and Clyde) y formaron una de las dos parejas de la Europa continental que pertenecieron a la realeza pop de los años 60, dominada por el imperio anglosajón. La otra fue la que formaron Gainsbourg y Jane Birkin, inglesita ganada para Francia por su lupino amor. Juntos produjeron con Je t'aime... moi non plus un calentamiento global que ríanse ustedes del actual y entregaron la perversa obra maestra Histoire de Melody Nelson.

La separación de Birkin a finales de los 70 desató a un Gainsbourg incontrolable. El propio artista bautizó Gainsbarre a su mister Hyde, cuyas provocaciones un día eran brillantes y otro lamentables. Cosas del alcohol. Pero hasta el último día fue Gainsbourg peligroso. Raro logro.