Martín Kohan gana el Herralde con una historia de opresión escolar

ELENA HEVIA / BARCELONA

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Un argentino, Martín Kohan (Buenos Aires, 1967), y un mexicano, Antonio Ortuño (Guadalajara, 1976), fueron ayer ganador y finalista de los premios Herralde de Novela, que este año llegan a su 25ª convocatoria. Que por quinto año consecutivo el galardón vaya a parar a un autor latinoamericano no tiene, según Herralde, nada de "programático". En todo caso, los responsables son "el azar y la necesidad", esta última vinculada a la implantación de la editorial en tierras transatlánticas en los últimos años.

La pareja galardonada podría definirse a base deseny i rauxa.Kohan, autor deCiencias morales,una novela de iniciación, es reflexivo y discursivo. ConRecursos humanos, Ortuño se muestra mucho más explosivo y feroz, aunque preguntado por ese pormenor confiese, entre risas, ser "una buena persona".

Ciencias moraleses, en palabras de su autor, la reescritura de un clásico argentino del siglo XIX,Juveniliade Miguel Cané, novela que retrata la claustrofóbica vida cotidiana en el Colegio Nacional de Buenos Aires, donde habitualmente estudian los próceres de la nación y al que también acudió Kohan en los años 80. "Esta novela tiene todos los componentes de la autobiografía menos yo mismo", afirma para explicar que ha querido retratar el entorno que él mismo vivió pero no sus experiencias directas, "porque en cuanto las vivo me parecen poco literarias".

EXPERIENCIA COLEGIAL La novela de Kohan, que recientemente publicó en MondadoriMuseo de la revolución,se instala en una tradición que tiene enLa ciudad y los perros,de Vargas Llosa, otra novela colegial, uno de sus referentes. "Pero la mía es más cerrada y más íntima --puntualiza el escritor--. Mi colegio mantiene un régimen opresivo en el que no se reproduce el exterior". El silencio que resuena en la novela es bastante significativo ya que transcurre en los años 80, los últimos de la dictadura militar. "Quería que el malestar estuviera dando vueltas por ahí, pero que no se precisara".

Antonio Ortuño, hijo de inmigrantes españoles en México, ha elaborado en Recursos humanos, una novela cargada de "mala leche". "Suelo escribir hacia la medianoche, que es una buena hora para odiar", explica, ya que su novela va precisamente de eso, del odio extremo que un jefe provoca en un empleado y del conflicto extremo que se desata a modo de "guerrilla de un solo hombre". Comparado con Houellebecq por su ferocidad, prefiere instalarse en la ironía del mejor Evelyn Waugh. "Porque mi novela --dice-- es una burla íntima pero no una denuncia social".