La carga solidaria de Dario Fo

El dramaturgo y actor denuncia la represión en Birmania en la inauguración del festival de Girona

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / GIRONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Dario Fo cogió su fusil. Y, una vez más, disparó con el arma de destrucción verbal de su sátira contra la injusticia y el poder desmedido. Y contra la indiferencia de los países occidentales que miran para otro lado mientras la dictadura de Birmania masacra a los monjes budistas y al pueblo birmano. El ejercicio de su teatro de lucha para remover conciencias encontró espacio en el escenario del Teatre Municipal de Girona, donde el jueves inauguró Temporada Alta con Rosa fresca aulentissima, primer episodio de su Misterio bufo.

Fo apareció en escena vestido de monje budista, acompañado de su traductora y una ayudante. "Lo hago por solidaridad con los miles de monjes arrestados y contra la represión hacia el pueblo birmano". Con una imponente presencia, capaz de llenar por sí sola un escenario, y una energía y vitalidad inusuales en un comediante de 81 años, el Nobel de Literatura empezó su soberbia exhibición de recursos escénicos. La palabra y la mímica se pusieron al servicio de la denuncia, de acuerdo con una visión del teatro que entronca con la actualidad y ataca las mentiras del poder manipulador.

"No hace falta que en la calle os disfracéis como yo, pero sí que hagáis proselitismo por esta causa", dijo a los espectadores. "Hemos de informar de la verdad porque la falta de información es lo peor que nos puede ocurrir". Y en una especie de conferencia-función Fo desgranó la realidad de la situación, la complicidad de Francia con la dictadura --por los intereses de la petrolífera Total en el país asiático-- y la de Rusia --por las armas y el gas. Tuvo un recuerdo para los obreros surafricanos, atrapados en una mina de oro --"algo que no merece la atención de la prensa"-- y también del poco interés que suscitan las muertes por accidentes laborales. "No importa que se vea en la TV a la hora de comer la violencia contra los niños o la crónica negra. Pero la muerte de un trabajador no está bien vista".

En la segunda parte Fo, vestido de blanco crudo, se metió de lleno en las raíces del teatro popular. Y reivindicó la trascendencia que tuvieron los juglares italianos obligados a dejar el país por la censura en la época del nacimiento de la Commedia dell'arte. Dirigió su crítica contra la iglesia y el poder de la época: "No me burlo de las creencias. Mi sátira es contra la especulación que se hace de ellas".

Llegó a interpretar 19 personajes. Magistrales los pasajes de la resurreción de Lázaro, el milagro de los panes y los peces, la crítica al Papa --recreando a Bonifacio VIII-- y la codicia de la Iglesia con la comercialización de reliquias. El retrato medieval de la vida en Venecia y del negocio de la prostitución en la época fueron otras perlas del singular artista.