El 'Tirant' de Bieito cabalga en Berlín entre paellas y falleras

IMMA FERNÁNDEZ / BERLÍN / ENVIADA ESPECIAL

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Un caballero medieval, enamorado de una princesa con rastas (la eurovisiva Beth), que viaja del pasado al presente y del sueño a la realidad. Batallas, sexo y banquetes en un laberíntico friso por el que desfilan una fallera --la emperatriz--, una viuda reposada, caballos de cartón-piedra, caballeros con armaduras, turbantes, sotanas y corbatas, y hasta La Moreneta. Así es el Tirant lo Blanc que ha llevado a escena Calixto Bieito y que, tras su estreno en Berlín el pasado jueves, viajará como representante de la cultura catalana a la Feria del Libro de Fráncfort y llegará en febrero al Romea.

En el montaje, de casi tres horas, cobra gran protagonismo la partitura de Carles Santos --con piezas de ópera interpretadas por cuatro cantantes-actores-- y la proximidad del público, al transformarse el escenario en una pasarela con los espectadores en los laterales. Algunos llegan incluso a degustar la paella que preparan in situ los actores. Joan Negrié (Tirant), Beth Rodergas (Carmesina), Belén Fabra, Lluís Villanueva, Mingo Ràfols, Nao Albet y Roser Camí encabezan el reparto de esta coproducción del Institut Ramon Llull y el Teatre Romea sobre el clásico de Joanot Martorell.

Bieito, que firma la dramaturgia junto con Marc Rosich, ha querido conservar "la musicalidad arcaica y cautivadora" del catalán original. "Me gusta más el sonido de las palabras que la semántica. Y este es un lenguaje precioso, hasta me lo han dicho dos alemanes. No pretendo que se entienda todo. Cuando se representan obras de Calderón tampoco se comprende y no pasa nada", justificó tras el estreno.

ORGÍA SENSORIAL

El director de Plataforma ha insertado los textos que más le atraían en una intrincada dramaturgia "a modo de colaje; de gran retablo, como el del final de la obra, que evoca los ideales medievales". El argumento se articula a partir de la invención de cuatro narradores: una organista ciega (que representa al lector contemporáneo); Flor de Cavalleria (un alma guerrera que vigila la cruzada del héroe); Diafebus (la voz irónica del propio Martorell) y la doncella Plaerdemavida (la mirada voyeur que introduce al espectador en los juegos de alcoba). Son esas gestas amatorias las que predominan, junto con pasajes de lucha y mesa, como la escena en la que Hipòlit (Nao Albet) devora un conejo crudo. "Forma parte de su aprendizaje en el arte de la guerra, la sangre y el sexo", aduce Bieito.

Entre el elenco sorprende el arte de una Beth que afronta la pérdida de virginidad tanto en el plano ficticio como en el profesional. La cantante, que aborda su primer gran reto interpretativo (solo ha hecho la comedia Pels Pèls) y su primer top less escénico, se mostró entusiasmada: "Bieito es muy amable. Eso sí, hubiera preferido vestir de princesita medieval y no de moderna".

"Es un festín de sentidos, un montaje muy erótico", define el director del Romea, que subraya la contemporaneidad de Martorell. Los trasvases temporales se ven reforzados con imágenes actuales sobre una pantalla que sitúan al héroe batallando entre los coches de una ciudad, y muestran también la brutalidad atávica de hoy (toros embolados, matanza del cerdo....). "He buscado toda la esencia festiva del original para convertirlo en una gran fiesta teatral. Una fiesta de la virginidad y la inocencia, del comer, del arte de la guerra y del arte de la seducción".