Sergi López: "Ser actor significa ir a ciegas"

NANDO SALVÁ / SANT SEBASTIÀ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

--¿Debemos considerarle el álter ego de Manuel Poirier delante de la cámara?

--Sí, creo que ése es el papel que cumplo. Cada vez más porque, a medida que hemos ido haciendo más y más películas juntos, los 10 años de edad que nos separan han dejado de tener importancia. Manuel no puede evitarlo, siempre escribe acerca de sus fantasmas y sus obsesiones, es un autor. Está fabricando una película de 30 horas acerca de su propia vida. Él utiliza los personajes que yo interpreto para espantar sus propios demonios, y yo estoy encantado de que me utilice.

--Los demonios del que interpreta en esta última película toman la forma de una casa de campo.

--Esa casa simboliza quién es mi personaje. Una casa es una estructura física hecha para alojar cosas y personas, y esa casa en el campo está vacía, igual que mi personaje. Tiene un cuerpo, pero busca en su interior y no es capaz de encontrar nada. En realidad, algo parecido les sucede a todos los personajes de esta película y de todas las que he rodado con Poirier. Son gente amenazada por una constante sensación de infelicidad, seres humanos que no saben a qué lugar pertenecen, sin hogar.

--¿Y eso a qué se debe?

--A que eso es precisamente lo que Manuel siente. A mí me resulta muy difícil de entender, porque yo soy de Vilanova i la Geltrú y siempre viviré allí. Parte del desafío de interpretar a Malo tiene que ver con eso. En cualquier caso, no suelo cargar de información los personajes que interpreto, no los intelectualizo y, por tanto, no soy bueno encontrando significados en sus vidas.

--¿Cómo se apropia de ellos?

--Supongo que me guío más por instinto, o intuición, llámalo como quieras. Ser actor significa carecer completamente de garantías acerca de si estás haciendo bien o mal tu trabajo, al menos mientras lo realizas. Puede que intérpretes como Laurence Olivier o Charles Laughton sí tuvieran la absoluta certeza de que estaban ofreciendo interpretaciones de primer nivel, pero no es lo habitual. Guillermo del Toro considera que los actores americanos son lo más porque son capaces de repetir 30 veces la misma toma exactamente igual. Les das cuatro instrucciones y lo clavan. Yo sería incapaz, no soy tan técnico. Para mí, ser actor significa ir a ciegas.

--¿Todavía? ¿Después de tantos años?

--Es cierto que los años te permiten sentirte más seguro de tus propias capacidades. Durante mucho tiempo, yo iba a trabajar completamente aterrorizado, porque temía que descubrieran que era un farsante. Pensaba, "un día de estos me pillarán, seguro". Ahora me doy cuenta de que el secreto para superar ese miedo es asumir que sí, que eres un impostor, y que de eso se trata. Una vez has dado este paso, donde antes había miedo se abre un espacio dentro del que te sientes a gusto y donde, de vez en cuando, pueden llegar a pasar cosas mágicas. Especialmente al lado de directores como Poirier.

--De Poirier y de otros directores franceses. Usted mismo ha confesado que se siente más a gusto trabajando en Francia que en España.

--El problema es que mi acento catalán resulta encantador hablando francés, pero, en castellano, ese mismo acento es terrible. Quiero creer que todo el trabajo de preparación que llevé a cabo con El laberinto del fauno me ayudará a comprender que soy capaz de actuar en castellano. De hecho, ya me siento más preparado a nivel psicológico.

--Hablando de El laberinto del fauno,

--De momento no mucho. He recibido algún guión desde Estados Unidos e Inglaterra, en su mayoría proyectos más bien disparatados que no me planteé aceptar ni por un momento. Y tampoco me preocupa. Por supuesto, del mismo modo que me gustaría trabajar en África también me gustaría trabajar en Hollywood. Por cierto, allí a los actores se les paga muy bien, ¿verdad?