Retrato de totalitarismos

MERCEDES JANSA / MADRID

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El siglo de Einstein y Planck había resultado ser el siglo de Hitler. La Gestapo y el renacimiento científico eran hijos de una misma época. ¡Qué humano era el siglo XIX, el siglo de la física ingenua en comparación con el siglo XX, el siglo que había matado a su madre!". Así escribía Vasili Grossman (Berdíchez, 1905-Moscú, 1964) sobre la reciente historia de Europa en su novela, Vida y destino, obra cumbre de la literatura rusa del siglo pasado que acaba de publicarse en español por primera vez traducida del ruso por Marta Rebón en una cuidada edición de Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.

Esta apuesta de esta editorial para la temporada --la primera edición será de 50.000 ejemplares-- ha sido comparada con Guerra y paz o Doctor Zhivago. Y calificada como la gran novela del siglo XX. Pero los adjetivos se quedan pequeños. Apasionados de esta gran obra como los escritores y académicos Luis Mateo Díez y Antonio Muñoz Molina se reclaman "militantes" de la novela que Grossman no vio publicada en vida y que salió de la URSS por medio de Andréi Sajarov.

Víctimas y verdugos

"Si quieres ser escritor tienes que leer Vida y destino", le dijo un amigo a Mateo Díez allá por los primeros años ochenta, cuando la novela se publicó por primera vez en España. En ella, Grossman retrata la sociedad de la URSS con el trasfondo de la segunda guerra mundial, desde la batalla de Stalingrado y los campos de exterminio nazis al terror del stalinismo. Su grandeza, explica Muñoz Molina está en que describe con gran exactitud "el modo en que el totalitarismo convierte a las víctimas en verdugos".

Grossman cubrió como periodista los acontecimientos más importantes de la segunda guerra mundial en su país, mientras acompañaba al Ejército Rojo. Sus cuadernos de notas fueron recuperados por el historiador británico Antony Beevor, que sacó buen provecho de ellas para sus libros sobre la contienda.

Pero el escritor y periodista ruso, hijo de la revolución comunista, escribió Vida y destino sabiendo que nunca vería su obra publicada. En 1959 escribe a un amigo anunciándole que acaba de terminar la tercera parte pero también expresándole su temor por el destino de la obra. Un año después le fueron confiscados el texto original y los apuntes, y hasta la cinta de la máquina de escribir, por la policía política del régimen de Kruschev.

"He escrito lo que he pensado y sufrido. No creo que falto a la verdad. No podría no escribirlo por duro que fuera", dijo entonces Grossman, que en Vida y destino habla por boca del protagonista Shtrum, judío como él, cuya madre --también como el autor-- murió a manos de los alemanes en 1942.