Chayanne recupera terreno

El cantante puertorriqueño rememoró sus mejores tiempos ante un Palau Olímpic de Badalona lleno y enardecido desde la primera canción

LUIS TROQUEL / BADALONA

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Quién había dicho que el pop latino made in Miami estaba en vías de extinción? A pesar del soleado puente, el pasado sábado Chayanne llenaba el Palau Olímpic de Badalona y desataba una euforia como no se recordaba desde su primera visita hace justamente ocho años y un día. La última fue hace tres, y con tal pinchazo que casi acaba en la cuneta. Anteanoche no irrumpió montando una Harley-Davidson, aunque el montaje tampoco desmereció, con diferentes niveles escénicos, seis bailarines y las ya casi imprescindibles pantallas de leds como deslumbrante telón de fondo.

Vestido con camiseta blanca, chaleco negro y pantalones a lo West Point, empezó el concierto como si de una presentación de armas se tratara: arrancó con la balada Y tú te vas y, tras un largo solo de baile concebido como un duelo con su propia sombra que se proyectaba en tres pantallas diferentes, Salomé puso ya el termómetro al rojo vivo.

SUDOR Y LÁGRIMAS

Tiró el chaleco a las primeras filas y se secó el sudor con una toalla color tierra, que se colocó luego colgando del cinturón como si de un taparrabos indio se tratara. Indio cheyenne, por supuesto, entre flechas de amor en forma de suspiros, gritos y piropos desatados. Aunque ha cumplido ya 38 años, el ídolo puertorriqueño conserva su estatus de sex symbol y el público le jaleaba como si estuviera en una despedida de soltera. Público en su mayor parte femenino e intergeneracional. "Para que todas se sientan como si tuvieran 15 años", dijo con marcado acento caribeño antes de cantar Tiempo de vals.

Chayanne da a su público lo que quiere. Alterna acarameladas baladas con trepidante crossover latino. Solo cantó dos piezas de su último disco (Si nos quedara poco tiempo y Lola), pero rescató melodías de todos y cada uno sus trabajos desde que en 1987 redefiniera su precoz carrera.

Tanta dulzura podría empalagar, pero siempre cambia de tercio a tiempo para mantener el buen sabor de boca. ¿Hortera? Desde luego, pero eso no tiene porque ser necesariamente malo si de canción ligera estamos hablando. Buen cantante, mejor bailarín y todavía mejor entertainer. Cercano y terrenal como pocos de su cuerda. Sabe ir de guapo sin resultar altivo. Sabe "ser torero, poner el alma en el ruedo", como dice la canción, que marcó el clímax antes del último bis.

Aunque lo mejor fue Cuidarte el alma, escrita curiosamente por el cantautor catalán Marc Durandeau y desdoblada en balada y salsa romántica con un curioso impasse entre ambas partes: se acercó a una fan de la primera fila y le cogió su cámara digital. Pero no para incautársela, sino para, desde el escenario, fotografiarse a sí mismo con ella (y todo el público) detrás. Y luego, por descontado, devolvérsela.