Italia llora a 'Big' Luciano

ROSSEND DOMÈNECH / ROMA

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Parecía dormido. Con frac, pajarita y un rosario junto al clásico pañuelo con el que se secaba el sudor, el cadáver de Luciano Pavarotti, cubierto por un velo de color burdeos, quedó depositado en la capilla ardiente de la catedral de Módena.

Las pesadas puertas de la catedral románica del centro histórico abrieron ayer a las 4 de la madrugada para que los ciudadanos pudieran despedirse de "la voz de Dios", como lo llamó la mezzosoprano Cecilia Bartoli. Las muestras de emoción fueron continuas y tendrán su apogeo esta tarde con la celebración, que se prevé multitudinaria, del funeral.

Después de haberlo velado toda la noche del miércoles, la viuda de Pavarotti, Nicoletta Mantovani, de luto riguroso y el rostro transido por la pena, visitó fugazmente los restos mortales de su marido, con Alice, su hija de cuatro años. Un dibujo que representa a una niña con la firma de la pequeña podía verse ayer en la cabecera del féretro, entre un ramo de rosas. Cristina y Giuliana, dos de las tres hijas del primer matrimonio del tenor, también acompañaron a Nicoletta y acudieron por la mañana a dar el último adiós a su padre.

CONMOCIÓN Y RECONOCIMIENTO

Giorgio Napolitano, presidente de la República, pasó ayer por Módena para rendir homenaje al artista. "Quiero representar personalmente la conmoción y el reconocimiento de los italianos de todas las regiones y clases a quien llevó a todas partes la voz y la imagen más genuina del país", dijo. El alcalde de Módena aprovechó para anunciar que el pequeño teatro de la ciudad, donde Pavarotti cantó su primera Bohème, será rebautizado con su nombre.

Durante la ceremonia, Andrea Boccelli cantará el Panis Angelicus que Pavarotti amaba especialmente y también participará en el acto la soprano búlgara, Raina Kabaivanska, quien intervendrá junto a la coral Rossini, la misma con la que el tenor se inició en el canto. La patrulla acrobática de la Aeronáutica italiana acompañará al cortejo fúnebre camino del cercano cementerio de Montale Rangone, con unos ejercicios en el cielo.

Muy lejos de allí, uno de los amigos del cantante, el príncipe Carlos de Inglaterra, dijo ayer: "El mundo parecerá más vacío sin él".