Un castellano de oro

El autor de 'Mortal y rosa', que llegó a escribir más de 100 obras, reelaboró muchas veces su autobiografía en libros de memorias y novelas, pero ocultó detalles muy significativos de su difícil infancia

ELENA HEVIA / BARCELONA

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La última línea del último libro de Francisco Umbral,Amado siglo XX,rezaba así: "Umbral contempló su obra con sosiego y se tumbó a descansar". Fue la pasada primavera. En primera lectura, el divino Umbral colocaba un piedra más en el muro de su legendaria egolatría. Le gustaba auspiciarla. Una vez sentenció sin pestañear: "Dios anda cabreado conmigo porque escribo mejor que él". En segunda instancia era una despedida. Atenazado por la enfermedad, emplazado por ella, corroboraba así su adiós definitivo. Atrás quedaban más de 100 libros, de difícil clasificación, porque el grafómano Umbral que rara vez escribió en tercera persona tuvo siempre un único tema: Paco Umbral. Él era un género en sí mismo.

También fue un personaje construido sin dobleces, levantado a golpes de incorrección política y por eso mismo, irritante. Muy pocos se libraban de las invectivas de una lengua que él afilaba voluntariamente en dos puntas, regodeándose en el adjetivo certero antes de clavar el aguijón. Incluso a Cela, que fue su maestro, lo retrató inmisericorde y acabó reprochándole, entre otras cosas, su desmedido amor por el dinero. ¿Y el propio Umbral? Se situaba por encima del bien y del mal, pero sin dejar de pisar el terreno de la voluntad literaria. El dichoso episodio con Mercedes Milà, ("He venido a hablar de mi libro") ilustra a la perfección su distancia frente a las componendas de los medios de comunicación y la vida literaria.

Por ello acusó el golpe de haber sido ninguneado por la Real Academia --hubo quien dijo que su deriva política a la derecha fue consecuencia de ello-- y se le oyó quejarse bastante antes de ser reconocido por el Cervantes en el 2000.

Con su prosa barroca, reescribió su vida muchas veces, inventándola y llenándola de brumas enMemorias de un niño de derechas, Retrato de un joven malvado, Trilogía de Madride incluso en novelas comoLos males sagradosyLas ninfas,pero hurtó ahí un dato definitivo que la investigadora Anna Caballé reveló hace tres años en su libroFrancisco Umbral. El frío de una vida,una biografía que el autor desautorizó.

Entre las cosas que Caballé descubrió está la partida de nacimiento del autor, nacido Pérez Martínez --Umbral es un apellido inventado-- en una inclusa de Madrid, donde su madre, leída hija de campesinos emigrados a Valladolid, dio a luz al pequeño Paco al margen del padre, a quien él no llegó a conocer jamás. La partida también revela que Umbral nació realmente en 1932, tres años antes de la fecha oficial.

Ausencia del padre

La versión de Caballé choca diametralmente con los recuerdos del escritor, que en los últimos tiempos llegó a evocar a su padre, según él, un azañista propietario de unos laboratorios farmacéuticos encarcelado en Madrid durante la guerra, que murió poco después de acabada la contienda.

Para la biógrafa, la práctica totalidad de la escritura de Umbral surge de la ausencia de ese padre. Al igual que su mejor obra,Mortal y rosa,nace de la ausencia de su único hijo,Pinchofallecido a los seis años. Para aquellos que crean que Umbral solo escribe "bonito" --el adjetivo se lo endilgó unamigode juventud añadiendo que no tenía nada que decir--, habrá que recordar que ese texto, denso, doloroso y barroco no tiene nada de superficial o de superfluo. Es una honda y honesta zambullida en el dolor. Ante ese sentimiento palidece el esteta, el mezquino, el provocador y el vanidoso. Solo queda el amo de un castellano de oro.