Las Américas de Devo y Wilco

Los dos grupos estrella del viernes por la noche en el FIB dejaron su sello, burlesco el uno y magistral el otro Dinosaur Jr, Klaxons y The Presets agitaron la jornada

ELOY CARRASCO / BENICÀSSIM

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La América zumbada y la América introspectiva compartieron cartel en el Festival de Benicàssim. Los venerables majaras, Devo, y los maestros del rock contemporáneo, Wilco. Les unen las guitarras y la bandera; les separa todo lo demás.

A Devo había que verlos un par de horas antes de sushowen la rueda de prensa que ofrecieron en el FIB: cuatro señores que ya tienen una edad (rondando los 60, en concreto) vestidos de manera convencional (salvo Mark Mothersbaugh, que se decantó por un conjunto circense, como si quisiera competir con Rufus Wainwright) si no fuera porque sobre sus cabezas llevaban su característico gorro rojo, el bol invertido, el toque chalado. "En América el sombrero nacional es una gorra de béisbol. Mucha gente se la pone con la visera hacia atrás, lo cual es estúpido, así que decidimos buscar una manera distinta de hacer el estúpido", relató Mothersbaugh, con un razonamiento que tenía toda la pinta de que se lo acababa de inventar. Pero ya era eso. La coña marinera.

Canción para las escuelas

Devo, que forman parte de la munición pesada de esta edición del festival, salieron luego al escenario grande a dar lo que tienen: cachondeo coreográfico (esas posturitas ridículas, autoparódicas...) y un rock bastante más convencional de lo que sus pintas podrían hacer prever, aunque empapado de canciones adherentes como las moscas, nerviosas ellas estos días en Benicàssim ante la amenaza de tormentas de las de convertir esto en un Glastonbury, el gran barrizal del rock británico.

Tienen Devo un repertorio indiscutible para zarandear un festival, pero no una canción con el carisma, la potencia y la calidad, porque al fin de eso se trata, deSpiders (Kidsmoke), obra maestra de Wilco. Esa pieza de casi diez minutos que deberían enseñar en las escuelas públicas cerró el concierto de la banda de Chicago, de nuevo intocable en la cúspide del rock clásico contemporáneo, como demostraron igualmente conImpossible Germany, una de las composiciones del nuevo disco y que va camino del altar.

En su estilo, también Dinosaur Jr. alzaron la bandera del género que defienden a dentellada limpia: el rock-tralla. Los melenudos de Massachussetts, precursores del grunge, dieron sentido a uno de los chismes útiles del festival: tapones para los oídos. Tienen su punto de clase:Feel the pain, su tótem, fue el ejemplo.

Arriadas las guitarras ya en la franja horaria juvenil (de tres de la madrugada en adelante), las fieras del baile recogieron el testigo. Los pimpollos ingleses Klaxons dieron estopa en el escenario Fiberfib a la parroquia británica, que los tiene por el grupo del año. Lo mismo ocurrió en la vecina carpa Vodafone Fib Club con The Presets, un dúo australiano que puso patas arriba el recinto. Aunque, todo hay que decirlo, a esas horas la afición ya estaba muy impresionable.

Y ayer, con alerta de Protección Civil, los primeros conciertos de la tarde respiraban aire barcelonés: Dorian, cuarteto de pop electrónico, y Astrud, el dúo más irónico en varios estados a la redonda. Luego venían Os Mutantes, brasileños con rango de cracks sin ser futbolistas (tiene mérito), y la traca de madrugada: The B-52's y Arctic Monkeys, y la tira más.

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