Anselm Kiefer lleva al Guggenheim la memoria alemana

ROSARIO FONTOVA / BILBAO

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'ANSELM KIEFER'.

Museo Guggenheim de Bilbao. Abandoibarra. Hasta el 3 de septiembre.

El Museo Guggenheim de Bilbao dedica la principal exposición de su décimo aniversario a Anselm Kiefer, un artista encuadrado en el neoexpresionismo alemán que combate el proceso de amnesia colectiva que vivió su país tras la segunda guerra mundial a base de telas inmensas cargadas de significado histórico. Para el atrio del centro, el artista ha creado un mural vertical de 15 metros de alto, un desolado paisaje invernal que impacta en los espacios arquitectónicos de Frank Ghery.

Kiefer (Donaueschingen, Alemania, 1945) fusiona en sus trabajos el colaje, la pintura y la escultura. Sus enormes lienzos, de varios metros de alto, están recubiertos de una capa matérica espesa de pintura mezclada con hierba, alambre, flores y objetos incrustados. Su estilo acentúa la solemnidad de los temas que ha tratado, desde la tradición wagneriana de Alemania a las figuras de Hitler o su arquitecto de cabecera Albert Speer, además de los escritos de Friedrich Nietzsche, Paul Celan o Jean Genet. La exposición del Guggenheim consta de un centenar de obras, fechadas en los 90, que se organizan temáticamente en el museo como si fueran capillas o lugares que invitan a la introspección.

Kiefer, que mantiene antiguas relaciones con los responsables del imperio Guggenheim, destaca la "fragilidad" de sus obras, que "pueden perder completamente su poder si las colocas juntas de manera equivocada". Por esa razón, se mostraba ayer enormemente satisfecho de la relación --realmente espectacular-- entre el espacio arquitectónico y sus instalaciones, donde predominan los tonos ocre y un general tono de tristeza y melancolía.

MURALES E INSTALACIONES Entre las salas destacan las obras realizadas para el hospital psiquiátrico de la Salpetrière de París, retablos laicos inspirados en la Cábala. Otra de las salas, con murales delicados y bellísimos trazados como paisajes invernales en Austria, se dedica a Paul Celan, el poeta rumano que se suicidó arrojándose al Sena en 1970, marcado por su trágica historia durante la persecución nazi. En otro espacio se exhiben piezas inspiradas en el poeta futurista Velimir Jlenikov (que predijo que las catástrofes bélicas se producen cada 317 años), con una serie de barcos y submarinos de la segunda guerra mundial suspendidos en el aire.

Otras instalaciones se basan en las constelaciones de estrellas y en la cosmología de las plantas, temas por los que se ha interesado tras afincarse en la población francesa de Barjac. Finalmente sobresale la instalación Solo con el viento, el tiempo y el sonido, título tomado de un poema de Ingeborg Bachmann, que consiste en colosales escaleras de cemento hechas pedazos donde figuran libros de plomo. La exposición, patrocinada por el BBVA, no viajará a Nueva York y solo podrá verse en Bilbao.