Teatro

ARTURO San Agustín

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El teatro, que no para de sacar tíos y tías en pelotas para atraer al público, lo tiene cada vez peor. Quizá alguien descubra lo que ya está descubierto: que un buen texto puede llegar a ser más provocador que la minga o las cubanas más espectaculares.

Hablando de mingas veteranas a la intemperie, una de las que causa más admiración e incluso risas en Barcelona suele exhibirse últimamente por el paseo de Gràcia. Su propietario parece dispuesto a arruinar todos los escaparates de lujo.

El teatro, que en eso estábamos, lo tiene cada vez peor porque ahora ya todos nos disfrazamos mucho más. Siempre hemos ido disfrazados, pero ahora, desde que todo es mercado, desde que el turismo pretende ser algo más que llegar, fotografiar y comprar, el disfraz se ha convertido incluso en herramienta laboral cotidiana.

El lunes, por ejemplo, cuando ya oscurecía y las cotorras invasoras habían enmudecido, irrumpió en la avenida Diagonal un individuo vestido de lo que quizá intentaba ser Dalí. Parecía que el personaje, tocado con barretina, calzado con alpargatas y armado con bastón y grandes bigotes, era un animador, una suerte de guía al que seguían unos cuantos turistas. Y si uno dice parecía es porque ya nada es lo que parece.

Solo el escritor Antonio Gala sigue pareciendo lo que es. Gala, a quien uno acertó a ver, también el lunes, en el vestíbulo del hotel donde estaba alojado, manejaba un bastón y lucía un espectacular y primoroso poncho, que fue prenda popular en los tiempos en que Joan Baez cantaba La balada de Sacco y Vanzetti y ese Cucurrucucú, paloma, que tanto le gusta a Kirk Douglas, algo que solo saben algunos habitantes de la mallorquina Valldemosa.

Ahora que todos intentamos colocar un libro, ahora que algunos, por fin, se han atrevido a reconocer públicamente la verdad, es decir, que no hay Dios que le hinque el diente a ciertas obras literarias llamadas maestrasGala sigue sabiendo que vendemos lo que parecemos, no lo que decimos o escribimos. Un artista, pues, don Antonio, que estos días ha lucido poncho en Barcelona.