Ocurrencias de André Glucksmann

RAMÓN DE ESPAÑA

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Tengo unos amigos parisinos que aseguran que Nicolas Sarkozy es lo más parecido que hay en Francia a nuestro José María Aznar. A pesar de (o gracias a) eso, André Glucksmann, luminaria del célebre mayo del 68, ha tomado partido por él frente a la socialista Segolene Royal en las próximas elecciones por la presidencia del hexágono. Puede que esta decisión sorprenda a quienes no conozcan al señor Glucksmann personalmente, pero los que hemos tenido la dicha de entrevistarle sabemos que de ese hombre se puede esperar cualquier cosa: en todos mis años de periodista, nunca he vivido una experiencia tan absurda como la que me proporcionó a finales de los años 80.

Me presenté en su apartamento con el fotógrafo Jean-Marie Del Moral y el pensador en persona nos abrió la puerta. Tras lanzarle al pobre Jean-Marie una mirada de indignado estupor, me afeó la conducta por no haberle avisado de que iba a venir con un fotógrafo. Aduje que esa era la costumbre y él, resignado, nos hizo pasar mientras mascullaba: '¡Vaya por Dios, ahora tendré que vestirme!'.

Pasamos junto a una habitación en la que una mujer de larga cabellera pintaba un cuadro y se nos dejó en un salón. Al cabo de unos minutos, el filósofo apareció disfrazado de Andy Warhol:blazer, camisa, corbata, vaqueros y botas. Se acodó connonchalanceen la chimenea, me invitó a hacer lo propio y me dio conversación durante una hora y cuarto. El hombre era ameno (me contó divertidas anécdotas del duque de Saint-Simon), pero se me estaba durmiendo una pierna y a punto estuve de desplomarme. A la hora de las fotos, viendo que yo me apartaba para dejar trabajar al amigo Del Moral, Glucksmann manifestó su enfado ante mi grosería: 'Vaya, ¿no quiere usted retratarse conmigo?'. Le dije que no era costumbre periodística la de incluir al entrevistador en la foto del entrevistado, pero puso cara de no creérselo.

Salí dudando de si acababa de entrevistar a un excéntrico o a un demente, pero convencido de que, con ideólogos así, los pobres chicos de mayo del 68 nunca tuvieron una oportunidad. ¡A ver qué hace Sarkozy cuando el filósofo lo tenga una hora y pico acodado en la chimenea!.