Adiós a La Makabra

Dos exinquilinos de la fábrica desalojada de Poblenou desgranan sus recuerdos del centro

JUAN RUIZ SIERRA / BARCELONA

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Dicen que el punto de inflexión de La Makabra, el incidente que provocó que dejara de ser un centrookupacon fama de peligroso para convertirse en un espacio de referencia en el circo en Catalunya, fue la muerte por sobredosis de un joven checo, de 23 años, a quien todo el mundo conocía como Irka."Hasta entonces--cuenta Jorge Albuerne, uno de los antiguos inquilinos de la emblemática naveokupadade Poblenou, desalojada el pasado lunes--, La Makabra aún era La Makabra",en el sentido, digamos, más macabro de la expresión, con"ruidos y gritos nocturnos"y toxicómanos viviendo en partes de la antigua fábrica.

Irka murió hace un año y medio. Entonces, según cuentan, todo cambió en La Makabra. Reunidos en asamblea, sus inquilinos decidieron expulsar a un sector problemático del centro y habilitar para las artes escénicas la mayor parte de las estancias de lo que fue la fábrica de toldos Giralt, de más de 5.000 metros cuadrados.

El lavado de cara funcionó como un imán. Personas de todas partes del mundo --Europa del Este, Latinoamérica, el norte de África-- llegaron hasta la nave para llevar a cabo"proyectos",según la terminología empleada por sus ocupantes, y así La Makabra se convirtió en aquello que era hasta hace siete días. Un espacio con, entre otras cosas, salas de danza, de pintura, de conciertos, de grabación, gimnasio, teatro, biblioteca, cafetería y un parque para monopatines.

Derribos y protestas

Jorge Albuerne, asturiano de 32 años, y Claudia Fuentes, chilena de 33, están sentados sobre la cama de una pequeña habitación del Raval, donde Fuentes duerme desde que se produjo el desalojo. Desgranan sus recuerdos acerca del lugar en el que vivieron durante los dos últimos años."¿Sabes? Ni siquiera he podido volver",dice emocionada Fuentes."No tengo fuerzas para ver cómo está ya derruido".

Horas después del desalojo, las máquinas comenzaron a derribar la nave. Desde entonces, también, sus antiguos ocupantes realizan concentraciones festivas en las que, por medio del teatro, el circo o la danza, protestan contra el desahucio. La mayoría de los actos han tenido lugar en la plaza de Sant Jaume, pero el de ayer, por ejemplo, se llevó a cabo frente a la Catedral.

En las concentraciones, Fuentes toca un extraño instrumento de percusión llamadohangy Albuerne actúa de maestro de ceremonias. Es decir, ejercen sus profesiones, pues ambos se consideran"profesionales del circo".

Los buenos, viejos tiempos

Tal como lo cuentan los dos exinquilinos, La Makabra era un lugar idílico. Aunque, claro, todavía quedaba un núcleo de personas completamente ajenas a las artes escénicas y con un estilo de vida más marginal, un reducto de lo que fue el lugar en su primera época."El espacio estaba derivando hacia otro estilo--recuerda Albuerne--, y eso, a veces, provocaba algún que otro conflicto. Era mugre y dejadez contra algo más de calidad de vida".

Cerca de 85 personas vivían permanentemente en la antigua fábrica de toldos. Unas 30 más iban y venían. Si alguien entraba en La Makabra y pedía permiso para vivir allí, tenía que pasar por la asamblea. Los okupas se reunían y votaban acerca de la conveniencia o no de acogerle.

Tenían electricidad, pero no agua."Había que ir a la fuente, como se ha hecho toda la vida",rememora Albuerne. No eran las mejores condiciones pero, teniendo en cuenta que algunos de los antiguos okupas de la fábrica viven ahora en la calle, era mejor que nada."Había gente que no conocía a nadie fuera de La Makabra",explica Fuentes."Como Vladimir, un croata afectado por la guerra en los Balcanes que era capaz de quedarse de pie horas y horas mirando a la nada".

¿Un recuerdo?"Los cabarets",contestan tanto Albuerne como Fuentes. Tenían una periodicidad mensual,"y cada vez eran mejores",dicen. Algún espectáculo, como el que llevaba por nombreA centímetros del suelo, representado en la misma nave, llegó a ser visto, en diferentes funciones, por cerca de 3.000 personas."Si este año no lo llegan a tirar, La Makabra habría acabado teniendo un teatro estable",concluye Albuerne."Estábamos en el mejor momento".