Ana Torroja seduce a 12.000 fans de Mecano en el Sant Jordi

La cantante recupera los éxitos del grupo en un recital generoso

NÚRIA MARTORELL / BARCELONA

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"Parece mentira / que después de tanto tiempo / rotos nuestros lazos / sigamos manteniendo la ilusión..." Con esta estrofa empieza la canción El 7 de septiembre (justo la fecha de ayer). Y el paralelismo es inevitable. Sí, parece mentira que después de ocho años de romper peras los integrantes de Mecano sigan ilusionando a tantos fans. Anoche, en el Palau Sant Jordi y ante 12.000 personas, la inconfundible voz del desmembrado trío, Ana Torroja, repasó los hits del grupo ante un público totalmente entregado. Adultos y chavales de la generación Game boy se sabían al dedillo sus letras. Y la conexión fue total.

El grupo Mota, liderado, ojo al dato, por el hijo de Raphael, Manuel Martos, ejerció de telonero, con el ilustre papá siguiéndole desde las gradas. Pero a quien todos esperaban ver era a Torroja, que subió al escenario tras los primeros acordes de Hoy no me puedo levantar. Título, por cierto, del musical con el que Nacho Cano  triunfa en Madrid.

SIN PARAR DE BAILAR

Torroja contó con un numeroso e intergeneracional coro (sus seguidores), que disfrutó del revival. La cantante no paró de bailar en piezas tan comerciales como Los amantes, en un escenario de dos alturas, con tres pantallas y una estructura móvil que se transformó según el momento: por ejemplo, formó un 7 durante El 7 de septiembre.

Letras frívolas como Maquillaje --ahora con guiños cabareteros-- convivieron con otras que también marcaron época en los 80, pero por su atrevimiento, como Mujer contra mujer, que ayer aderezó con arreglos jazzísticos. El empacho de falsetes torrojeños fue considerable después de 25 canciones. Eso sí, solo tres de su etapa en solitario: No me canso20 mariposas y la triste Duele el amor. El repertorio incluyó, cómo no, las del disco que promociona. En los 13 cortes de Me cuesta tanto olvidarte Torroja, por suerte, ya descartó letras que contenían los peores versos de los anales del pop español --como ese del jamón de York--. E incorporó joyas como la que bautizael trabajo.

De hecho, Me cuesta tanto olvidarte, interpretada ahora como una declaración hacia su exgrupo, fue una de las más ovacionadas. Así como Hijo de la luna, sin el ritmo mariachi del compacto y con el bailaor Rafael Amargo acentuando el aire gitano de esta trágica historia.

El peor momento del show fue cuando un problema técnico le obligó a cantar, con cierta dificultad y algún desafino, a capela. Resuelto el asunto, continuó con No es serio (pues no, la verdad). En el concierto no faltaron piezas comprometidas, como El fallo positivo --las pantallas reproducían frases en favor de la tolerancia--. Y momentos más distendidos, gracias a la rumbosa Una rosa es una rosa, con Amargo marcándose otro trepidante taconeo, ya el crescendo final. En el último bis, embarcó al público en su Barco a Venus (menos mal que no eligieron Plutón, ahora planeta menor). Fue un viaje en el tiempo, bañado de nostalgia. Mecano encontró la fórmula para arrastrar a miles de seguidores. Y su música, visto está, no ha perdido tirón.