ATHLETIC-BARCELONA (0-3)
Lewandowski cierra la Liga con un doblete y el Barça pasa de los cien goles
El Barça se expresa con la grandeza de un campeón y con un inicio demoledor abate a un Athletic que no fue nada amable en la despedida a De Marcos

Los jugadores del Barça celebran uno de los goles de Lewandowksi. / Dani Barbeito / SPO


Joan Domènech
Joan DomènechPeriodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
Se presentaba el Barça en San Mamés con 99 goles marcados en la Liga y se presentaba Robert Lewandowski con 99 goles acumulados en tres temporadas de azulgrana. Cayeron el 100 y el 101 en menos de veinte minutos a un Athletic que llevaba cinco partidos sin encajar. El triplete se le escapó porque Hansi Flick le sustituyó tres minutos antes del penalti que transformó Dani Olmo.
No tuvo tiempo de mancharse Unai Simón antes de ir al fondo de la red a recoger el balón ni tuvo oportunidad de evitar el doblete de Lewandowski, fino y certero (dos tiros, dos goles) como se había mostrado hasta el último día de marzo, cuando de repente se secó. El afilado aguijón del polaco envenenó al Athletic, que no encontró el antídoto con Nico Williams ni con el tosco Maroan, que luego quiso copiar su vaselina y se la detuvo el impecable Iñaki Peña, que reaparecía.
Nada había en juego en San Mamés, pero nada dio a entender que era un duelo intrascendente. Asusta pensar cómo habría discurrido el choque si el Barça hubiera tenido que ganar para ser campeón o el Athletic hubiera necesitado el triunfo para meterse en la Champions. O ambas situaciones a la vez. Sólo habrían variado las alineaciones, sustancialmente la de Hansi Flick.

Lewandowski eleva el balón sobre Unai Simón en el primer gol del Barça en San Mamés. / Dani Barbeito / SPO
Los eslalons de Pedri
Valverde aceptó el reto de jugar con la defensa adelantada, pero no tanto como la del Barça, que avanzaba hasta la divisoria, sabiendo que el castigo sería una derrota asumible por barata. Sin embargo, reducidos los espacios en la pizarra y el césped, nadie de los suyos supo desactivar al tipo que mejor se mueve en un laberinto.
Pedri iba superando futbolistas rojiblancos tal que fueran postes, en un eslalon que derivaba en una situación de ventaja para los demás. Los goles, sin embargo, nacieron de un balón parado. En el primero, Pedri sacó con rapidez una falta para que recibiera Fermín solo y pudiera tirar una asistencia a Lewandowski. El segundo surgió de un córner lanzado por Raphinha.
Para la despedida de la Liga, Flick recuperó a Iñaki Peña para confiarle los tres palos. Le retiró del campo en enero, “en una de las decisiones más duras que he tomado”, confesó el técnico, y le devolvió en mayo a modo de disculpa. Era una elección imprescindible si deseaba presentar un Barça con once canteranos.

Lewandowski cabecea al fondo de la red el córner lanzado por Raphinha para el 0-2. / Dani Barbeito / SPO
Honores a De Marcos
No fue así de salida ni al final. Juntó a siete por tercera vez esta temporada. Las dos precedentes se saldaron con sendos triunfos, en el derbi con el Espanyol (3-1) y en Valladolid (1-2) y Bilbao no fue menos en un impetuoso e implacable inicio azulgrana que borró la concordia de los prolegómenos, cuando el Athletic le hizo el pasillo de campeón y toda la plantilla del Barça amplió el pasillo a Óscar de Marcos, que se despedía. San Mamés se iluminó con su nombre al ser sustituido.

Pedri dirige un ataque del Barça en San Mamés. / Dani Barbeito / SPO
Pitos y aplausos
Tan aclamado fue De Marcos como después Yuri Berchiche, el otro lateral. Hace años se topaba con Messi y anoche se medía con Lamine Yamal, a quien quiso descentrar mediante el mismo procedimiento, con la actitud del matón que quiere amedrentar al rival. No intimidó al juvenil, ni se sintió especialmente acosado al comprobar que los demás también recibían estopa. Incluso Maroan, el gigantesco ariete rojiblanco, que dio y recibió en su pulso con Cubarsí. San Mamés inauguró la tradición, retirado Andrés Iniesta, de pitar a Lamine Yamal, por ahora por una desconocida razón. Aplaudió a Pedri. Imposible reprimir la gratitud al exquisito fútbol que destila Pedri.
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