LA DEVOCIÓN DE LAPORTA

La renovación de Hansi Flick, el hombre "de ojos cristalinos y azules como el maestro Johan"

Flick firma su renovación por el Barça hasta 2027

La remodelación 'made in Flick' que viene: fichajes, ventas y renovaciones

Flick, en la sala de prensa de San Siro en la previa del Inter-Barça de la Champions.

Flick, en la sala de prensa de San Siro en la previa del Inter-Barça de la Champions. / LAP

Joan Domènech
Marcos López
Barcelona
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Anda Joan Laporta enamorado del entrenador del Barça, como andan enamorados millones de culés. Una devoción unánime ha generado Hansi Flick, única e insólita en un club habitualmente convulso y rodeado de un entorno -participado también por el madridismo periodístico- siempre proclive al reproche. Ni una salpicadura mancha al técnico alemán, que en su primera campaña ha logrado un triplete español histórico y se ha quedado a dos minutos de acceder a la final de la Champions League.

Le ve Laporta a Hansi, el hombre "de ojos cristalinos y azules como el maestro Johan", todas las gracias. Le ha dado la gloria en la peor temporada que se abría, con un Barça exiliado y empobrecido, sin casa a la que volver y sin dinero con el que invertir, enfocado a evitar la ruina total frente al luminoso Madrid campeón de Liga y de Champions, azucarado con la llegada de Kylian Mbappé. Parecía imbatible, pero no lo fue. El Barça le venció cinco veces: la primera amistosa; las otras cuatro para llevarse todos los títulos.

BARCELONA 09.11.2009 EL NUEVO SELECCIONADOR DE LA SELECCION CATALANA DE FUTBOL , EL HOLANDES JOHAN CRUYFF, EN RUEDA DE PRENSA EN EL PALAU DE CONGRESOS . FOTOGRAFIA DE JORDI COTRINA

Johan Cruyff, en un acto cuando fue seleccionador catalán. / El Periódico

El globo se levanta

Flick aceptó todos los condicionantes y todas las limitaciones. Sin rechistar en el despacho ni en la sala de prensa, desconocedor del idioma e indiferente al hábitat en el que caía. Se enfocó en el trabajo para levantar una plantilla deprimida y adiestrar a unos niños valientes.

El Barça se levantó con la fuerza de los globos de aire comprimido. En cuatro meses los culés abrieron los ojos como platos al ver las tundas que le caían tanto al Valladolid, como al Bayern y el Madrid. Flick echó más gas al detectar las fugas de diciembre, y el Barça ha seguido volando imparable. Tampoco en la victoria ha elevado el volumen el técnico alemán. Ni una ceja por asombro, como su ya exrival Carlo Ancelotti, al que ha ayudado a despedir.

Flick se despide de Ancelotti en el último clásico del Camp Nou.

Flick se despide de Ancelotti en el último clásico del Camp Nou. / Javi Ferrándiz / SPO

Huérfanos de Cruyff

Flick no tiene reivindicaciones ni peticiones y aseguró en el alirón que seguirá trabajando para mejorar el juego del equipo, evidentes como son sus imperfecciones. Las defensivas, por notorias, atenuadas por las salvajes reacciones de un grupo que se ha revelado indómito e indomable por los rivales. Solo por Flick, que ha exigido y conseguido del grupo un comportamiento del que también pueden enorgullecerse los culés, a diferencia de otros personajes de la entidad.

Flick se ha cobijado con los suyos en la ciudad deportiva, huérfano de la figura aúlica que era Cruyff para el entrenador del Barça y para el presidente del Barça. Solo en el caso de Laporta, que veía en "los ojos cristalinos y azules" de Johan al viejo ídolo de su niñez y al consejero carismático con el que de vez en cuanto disentía. "Tiene la mirada de Johan" dijo el presidente con la pasión del primer y deslumbrante amor. Y del amor eterno. De alguien que le ha dado más títulos que problemas. Tres a cero.

Flick felicita a Gavi tras su reaparición en los terrenos de juego al final del Barça-Sevilla.

Flick felicita a Gavi tras su reaparición en los terrenos de juego al final del Barça-Sevilla. / JORDI COTRINA / EPC

Enamoramiento fácil

Es Laporta un presidente de enamoramiento fácil. Y duradero. Le pasó con Frank Rijkaard, al que mantuvo durante cinco temporadas (2003-2008) pese a que en las dos últimas el neerlandés, ni nadie en el club, supo frenar el declive del equipo hasta desembocar en la moción de censura de la que se salvó por décimas. "La autocomplacencia", como definió la situación Laporta más tarde, les condenó a todos.

Fue, es y será Laporta un devoto de Pep Guardiola, que elevó al Barça a la eternidad con el sextete que ligó en 2009, por la conexión personal que cultivaron y que duró, profesionalmente dos años. Hasta las elecciones de 2010. Luego ha continuado en la distancia entre Barcelona y Manchester.

Flick recoloca las protecciones de la cámara de televisión movidas por el viento durante el partido de Copa frente al Atlético de Madrid.

Flick recoloca las protecciones de la cámara de televisión movidas por el viento durante el partido de Copa frente al Atlético de Madrid. / JORDI COTRINA / EPC

De la afinidad a la ruptura

También existía una sólida afinidad con Xavi Hernández, que se debilitó en la campaña electoral de 2021 (el técnico egarense era miembro de la candidatura de Víctor Font antes de que Laporta anunciara su candidatura), se reforzó con su fichaje como entrenador meses más tarde -en noviembre del mismo año- y se deshilachó con la renuncia de Xavi en enero del 2024, la progresiva marcha atrás hasta mayo, los deficientes resultados, y los contradictorios mensajes que trasladaba el técnico hasta desembocar en la ruptura total.

Encontró Laporta en Flick a un hombre maduro, de su edad -cumplió 60 el técnico, celebrará 63 el presidente en junio-, contemporáneo, al que avalaban los informes de colegas, y a quien también le puede agradecer una actitud sumisa, carente de reproches. Únicamente alegrías ha dado Flick a Laporta y a todos los culés.