El Barça sigue perdiendo reputación sin perder la sonrisa

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas
A veces, ya saben, les cuento cosas mías que, al final, por defecto profesional (serán los 72 años que arrastro), se convierten en temas periodísticos de un abuelete que empieza a ser un descreído (“persona que no cree con facilidad en lo que no está probado, aunque esté aceptado o consensuado por la mayoría”) del periodismo actual y, sobre todo, del boom por el clic, la inmediatez, el móvil, las webs, las redes, los twist, el Tik Tok o el renovado twitter (X).
Poco después, muy poco después (tercera semana de febrero), de que el Barça firmase su acuerdo con la constructora turca Limak Holding, desconocida para todo el mundo, incluso, para auténticos especialistas del ramo, fui uno de los invitados de una de las cenas mensuales que organizan un grupo (superior, créanme) de culés, de señores culés, que, desde la distancia de su categoría (catalana), están muy preocupados por cómo va el Barça.
Aquella cena
Hay un lugar, casi secreto, en la parte alta de la Diagonal, claro, donde se reúnen auténticos conspiradores que, al final (perdón, desde el principio), jamás le echarán un pulso al ‘establishment’ que preside, que manda, que gobierna el Barça, por mal que lo hagan.
Ellos te invitan a cenar y tú, en un ambiente fantástico, agradable, divertido, distendido, sueltas tu opinión en una charla, tertulia, desenfadada. Y todo acaba ahí. Jamás ha salido nada, nada, en los medios de comunicación de lo comentado en este curioso ‘txoko’, tres estrellas Michelin, eso sí, culé.
Como lo que me ocurrió fue ya en la acera de la calle donde está este curioso local, puedo contárselo sin romper el pacto de esa curiosa tribu, que no secta, pues sus socios son inofensivos. Ya en la acera, se me acercó un señor del Empordà (tu ja m’entens) y me comentó al oído: “Cuando empiecen las obras de demolición y, posteriormente, la construcción del nuevo Camp Nou, deberías colocar vuestro ojo y olfato en quienes, cómo y en qué condiciones laborales se hacen las cosas, pues en nuestro sector ha empezado a calar la idea de que Limak pretende traer un ejército de obreros turcos, más de mil, para instalarnos de cualquier manera en las afueras de Barcelona, pagarles una miseria y que trabajen a destajo. Es decir, más o menos, como hicieron los catarís para sacar adelante los estadios y las obras de infraestructuras de su Mundial de fútbol”.

Entrevista con Mamadu frente a las obras del. Camp Nou. Creemos que debería ser la foto principal porque ilustra Camp Nou y uno de nuestros testimonios del documental. /
Llegué a la redacción y lo solté. Y más de un compañero se llevó las manos a la cabeza. “Los sindicatos nuestros no van a permitir eso”, me dijo un enteradillo, que los hay en todas las redacciones. ¿Sindicatos?, pensé, ¿de qué sindicatos me hablas? ¿de los sindicatos desaparecidos, cómodos, casi comprados? Volví a casa, habiendo sembrado la semilla, que no la duda, pero pensando que algún joven cachorro, que los hay y muy buenos, recogería el guante.
Manu Mitru y Jordi Otix, dos de esos jóvenes fotógrafos, perdón, fotoperiodistas, que han tenido la tentación de irse a alguna de las guerras que están en marcha para hacerse un nombre, para sobrevivir a la sociedad que está matando al fotógrafo a manos de millones de móviles, olfatearon, ya en junio, que algo estaba pasando en las entrañas, derruidas, del Camp Nou.
Y hablaron con la solidaria Elisenda Colell, defensora de todos los grupos maltratados, para ponerla en alerta. “Esa gente está trabajando en la miseria y la tiranía, Elisenda”. Colell metió la nariz. Buscó ayuda en Gabriel Ubieto, otro pájaro periodístico que vive de rastrear, uno de los buenos sabuesos que tiene El Periódico. Iban formando un equipo de curiosos currantes en busca de destapar una de las peores plagas que existen: la explotación, por necesidad, de la clase trabajadora.
Y estalló la bomba
Fueron, son, horas, días, noches, semanas y meses de mucho trabajo. De picar piedra (y nunca mejor dicho) sin descanso. De investigar y relacionarse con gente que tiene miedo. Sobre todo, miedo. Miedo a ser despedidos, a no cobrar o, peor aún, a no poder enviar los 500 euros mensuales con los que sobreviven decenas de familiares en sus países de origen. No les cuenten, por favor, nada de todo eso a los señorones del Barça ni de Limak. Ellos dicen que hasta que no se produzca un accidente, están a salvo de toda culpa. Puro cinismo.
Manu, Jordi, Elisenda y Gabriel buscaron y consiguieron la coordinación y realización, la puesta en escena, de todo el material a cargo de Patricio Ortiz y Bárbara Favant. Y ¡boooooooom! estalló el caso. Y ocurrió justo cuando Laporta hacía su visita de obras, pagaba el ‘bonus’ que Limak se había ganado por hacerlo en menor tiempo del acordado, pero, siempre hay un pero o cien, cargando su victoria, su triste (y denunciable) victoria, sobre las espaldas, sueño y nómina miserable de decenas de trabajadores.
Noticias relacionadasEllos pueden seguir mirando hacia otro lado, como si no fuera con ellos la cosa (hay decenas de subcontratas, cuentan), pero el mundo ya sabe que limpios, limpios, no son.
Gracias Manu, gracias Jordi, gracias Elisenda, gracias Gabriel, gracias Patricio, gracias Bárbara. Gracias, director.
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