¿De quién es el Barça? ¿De sus socios o de Goldman Sachs y JP Morgan?

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

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¿Cuál ha sido, hasta la fecha, la mayor virtud, para muchos un desastre, para bastantes un engaño, para suficientes una vergüenza, para miles un timo, de Joan Laporta y sus amigos del ‘camarote’? Vender un proyecto gigantesco con pies de barro, hacer creer al socio, abonado y simpatizante que les atacan desde Madrid, que los quieren humillados, acorralados, sumisos y, sobre todo, que fuerzas extrañas y ocultas les quieren arrebatar la propiedad del club.

La campaña promovida por Laporta y sus amigos ha surtido efecto: los socios, abonados y seguidores culés se han tragado el discurso y están, sí, adormilados, sumisos. Así le va al Barça.

Todo en secreto

“Para los culés más jóvenes: cuando yo era joven, os juro que perder 0-4 con el Madrid en el Camp Nou (cosa que nunca pasó) no se hubiera aceptado con normalidad. Se liaba una gorda con pañolada (ahora ya no porque casi todos son guiris) y equipo y entrenador quedaban muy cuestionados”, escribía ayer Víctor Lozano Nieto en Twitter. “¡Si nos metieron 8 en una semifinal de Champions y no se llevaron pitada alguna! y, de esos, todavía hay un montón que siguen siendo titulares y, encima, seguimos como corderitos pidiendo el regreso de Messi. La afición está anestesiada”, le respondía JMEspiCamps.

El problema, superior, por supuesto, no es que, deportivamente hablando, el liderato destacado en la peor Liga europea tenga aburridos y saciados a los culés, no, el problema es que esa narcotización ha llegado a la vida social y económica del Barça.

Si hablamos del secretismo con el que se firmó el contrato con Spotify del que se desconoce (casi) todo, del caso Negreira, de la activación de las famosas palancas por 800 millones de euros o, sin ir más lejos, del crédito de 1.500 millones de euros para el Espai Barça (faltarían aún 500 millones para los dos Palaus que prometió Laporta y le aprobó la asamblea de socios, aunque no figuren en documento alguno), podemos asegurar que todos los mecanismos de control interno del club han fracasado estrepitosamente, tanto la Comisión Económica Estatutaria, como la Comisión de Ética y Transparencia como, por descontado, la actuación del Compliance.

Todo empezó con la modificación del Código Ético nada más regresar Laporta a la presidencia del Barça

¿Por qué?, porque todos esos mecanismos están en manos de amigos del presidente Joan Laporta, que, lo primero que hizo al acceder a la presidencia del Barça fue modificar el Código Ético para que pudiesen entrar en el club algunos familiares.

La ausencia de información para el socio ya ocurrió en el caso de las palancas cuando el prestigioso banquero Jaume Guardiola, entonces presidente de la Comisión Económica Estatutaria y ejecutivo del Banc de Sabadell que ayudó a Laporta a ser presidente proporcionándole una parte del aval, no abrió la boca sobre si era o no sano, conveniente e inocua la activación de toda esa deuda en forma de palancas. Y, ahora, su heredero en esa Comisión, Joan B. Casas, está repitiendo la misma maniobra pues todavía no se ha pronunciado sobre si el gigantesco préstamo de Goldman Sachs y JP Morgan pondrá o no en peligro la propiedad del club.

Demasiados amigos

No deja de ser curioso (lamentable, sospechoso y hasta poco ético) que amigos de Laporta sean los que deben garantizar la transparencia, limpieza y nula peligrosidad de tan costosas operaciones económicas. Guardiola es, sí, amigo de Laporta; Casas, no solo es amigo, sino que participó, como experto económico, en la campaña Estimen al Barça’ que permitió ganar, de nuevo, las elecciones a Laporta y Sergi Atienza, el Compliance actual, no es solo amigo del presidente sino exsocio suyo. Insisto, ellos debían, deben, ser los que analicen con lupa todos esos acuerdos. Poco creíble, la verdad.

Joan Laporta celebra su triunfo electoral.

Joan Laporta celebra su triunfo electoral. / JORDI COTRINA

El apartado E del artículo 58 de los Estatutos del Barça señala que la Comisión Económica Estatutaria “elaborará informes y recomendaciones sobre las materias de su competencia que estime pertinentes, finalidad para la cual deberá tener acceso a cualquier información económica del club que considere necesaria para desarrollar dicha función”.

La pregunta es ¿qué ha hecho el grupo que lidera el señor Casas, antiguo decano del Colegio de Economistas de Catalunya, doctor en Economía Financiera y Contabilidad, auditor de cuentas, socio fundador de Faura-Casas y miembro del Consejo Asesor para la Reactivación Económica y el Crecimiento (CAREC), para asegurarle al socio, dueño del club, que la propiedad del Barça no está en peligro. De momento, que se sepa, nada.

Condiciones peligrosas

“Yo soy socio del Barça desde el día que nací, tengo más de 60 años y he hecho multitud de negocios y acuerdos con Goldman Sachs y puedo asegurarle que esa gente no se anda con chiquitas y que para, en los tiempos que corren, prestar 1.500 millones a una entidad en quiebra, con deudas enormes y déficit escandaloso, las condiciones que han debido poner son, seguro, draconianas y, en ese sentido, no me extrañaría que estuviese en juego, en caso de no poder pagar tan altísimos intereses, la propiedad del club”, señaló ayer a El Periódico uno de los culés más prestigiosos de esta ciudad y, sin duda, un economista que conoce, al dedillo, los entresijos de esa operación.

No tiene sentido que ni Guardiola en tiempos de las palancas ni Casas ahora con esta delicada y secreta operación con Goldman Sachs y JP Morgan, que no parece vaya a ser explicada publica y detalladamente por Laporta, se mantuviesen ocultos y en silencio cuando deberían proteger al socio y, como poco, garantizarle que no corre peligro la propiedad del club.

Decenas de socios trasladaron al club 88 preguntas sobre el Espai Barça y aún no han recibido respuesta alguna

Es evidente que el papel del presidente y los miembros de la Comisión Económica Estatutaria (Júlia Bosch, Carme Hortalá, Jaume Carrasco, Francesc Martí y el vicepresidente Eduard Romeu), insisto, al igual que la Comisión de Ética y Transparencia y el mismo Compliance, deberían ser pedir la documentación del crédito de los 1.500 millones, leer y analizar la letra pequeña y pronunciarse, públicamente, tranquilizando al socio.

Después de comprobar que buena parte del dinero de las palancas se ha dilapidado en una delantera (Raphinha, Lewandowski y Ferran Torres) que solo da para ir por casa, los socios tienen derecho, mientras no se demuestre lo contrario, a pensar que el acuerdo oculto, secreto y misterioso con los poderosos y poco condescendientes Golman Sachs y JP Morgan es demasiado peligroso como para que los socios no exijan (en el mejor estilo del silencio del ‘estadi’ tras el 0-4 del pasado miércoles) conocer la letra pequeña del pacto, al fin y al cabo son los dueños del club.

PD. Hace casi un mes, un centenar de socios y socias, agrupados en Àgora Blaugrana (culers@agorablaugrana.cat), formularon 88 preguntas al club sobre el Espai Barça, el proyecto más importante de la historia del club, y aún no han recibido respuesta alguna.

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