El Barça pasa en la Copa con el sonrojo de una prórroga con el Intercity

Con siete mundialistas en la alineación frente a un equipo de Primera RFEF no se podía escapar la primera eliminatoria copera. Y mucho menos si esos mundialistas y los cuatro que les acompañaban de inicio y no disfrutaron de ese privilegio, salen decididos. Y si les sonríe el acierto, prácticamente en la primera ocasión, sucede que ese partido que encerraba tantas trampas se encarrila con facilidad. A no ser que el exceso de confianza, la propia indolencia, lo complique y obligue a un esfuerzo adicional.

Le pasó al Barça con el Espanyol y le pasó ante el Intercity, con la diferencia de que los empates del Rico Pérez llegaron con mayor margen de tiempo para ser reparados. Pero también es verdad que el escarnio fue mayor por la reincidencia en el error y la pasividad defensiva, impropia de un partido de competición, y pagado con una prórroga indigna por haber dilapidado tres veces la ventaja en el marcador. La cuarta, obra de Ansu Fati, fue una empresa imposible para el cuadro alicantino, derrengado por las larguísimas carreras que debía emprender para llegar al área azulgrana.

Barça y Espanyol empatan en el show de Mateu Lahoz

Tres veces igualó el resultado Oriol Soldevila Puig, excanterano azulgrana y socio del Barça

Tres empates de Soldevila

Tres veces igualó el resultado Oriol Soldevila Puig, excanterano azulgrana y socio del Barça, que firmó el partido de su vida, asombrando a todo el mundo y enrojeciendo de ira a Joan Laporta, todavía incandescentes en su ánimo los rescoldos del empate en el derbi como para asumir otro ante un rival con nombre de tren y cinco años de vida.

Vergüenza pasó el presidente de Barça y pasaron muchos culés al ver que un equipo que es decimosexto de lo que era la Segunda B envió a un ramillete de mundialistas al esfuerzo suplementario de una prórroga cuando había encarrilado el partido a los tres minutos. A partir de un gol del futbolista que tenía más ganas de jugar un partido. El que llevaba más tiempo esperando hacerlo. Ronald Araujo acudió con toda su furia a cabecear un córner y remató solo gracias al metro de ventaja que arrancó de su marcador en el movimiento estratégico.

No contagió Araujo ese orgullo a sus compañeros, sobre todo a sus compañeros de línea, con las facilidades concedidas en el área en los dos primeros goles de Soldevila, y fuera de ella en el tercero, cuando Marcos Alonso, un tipo cuajado en la Premier, se dejó robar en la divisoria con una simple carga de hombro, para que se activara el último contraataque local y la media hora de suplemento.

Mala señal para el domingo

Tan fácil le resultaba al Barça encajar goles como marcarlos lo que certificó tanto su poderío anotador como su fragilidad defensiva. Mala señal para visitar al Atlético el domingo, un adversario de mayor enjundia y que, presumiblemente, exigirá una mejor respuesta del equipo de Xavi, que no supo contrarrestar el cambio operado por el Intercity a partir del descanso.

El once alicantino eliminó a un defensa para introducir a un centrocampista. Muy reculado desde el inicio, se le hacía cuesta arriba subir hacia la portería de Peña. De ello quedó constancia en la mejor oportunidad que tuvo. Aaron Piñán se escapó con velocidad de Koundé y Araujo, y dribló a Peña. Resopló en el momento de chutar a portería, con el exterior, sin fuerzas, y Araujo, que andaba sobrado de energía ahorrada, todavía por gastar, desvió el balón desde el suelo. Soldevila no perdonó cuando enfocó a Peña. Dembélé habría podido evitado tanto desasosiego en sus filas, aunque hizo más que Ferran y Memphis.

Muchos nombres ilustres brillaban en el once del Barça, de los que varios se caerán el domingo, no tanto como castigo sino por no tener la categoría de titulares a ojos de Xavi. Solo repitió Alba en la alineación del derbi, por la única razón de que el domingo está sancionado por su expulsión. Pero todos, empezando por el entrenador, tienen un problema.

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