CONTRACRÓNICA

Palancas chupando banquillo

Seis de los ocho fichajes de la era Laporta empezaron un partido tan crucial como el de Valencia como suplentes. Uno de los dos que sí empezaron de salida, Lewandowski, salvó a un Barça muy mediocre. Síntoma de una renovación errática e incompleta.

Koundé

Koundé / Juan Carlos Cárdenas

Albert Guasch

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La dirección deportiva se ufanó al cierre del mercado de verano de haberse movido rápido y haber acometido una renovación necesaria como la lluvia. Recibió parabienes de la presidencia y el entrenador. Un trabajo «excelente», dijo Xavi de las operaciones de Mateu Alemany y Jordi Cruyff. Fueron 18 bajas, dos renovaciones y siete incorporaciones, ocho si se incluye a Pablo Torre y nueve si metemos en el cesto a Ferran Torres, fichado a precio de oro antes de verano. ¿Repasamos el banquillo de ayer en Mestalla? Raphinha, Marcos Alonso, Bellerín, Kessié, Ferran y el propio Torre. Seis de las nueve novedades. Falta en la relación Christensen, lesionado.

En la alineación titular figuraban, pues, solo dos novedades, Koundé y Lewandowski. ¿Puede considerarse que se han aprovechado bien los recursos de las palancas cuando en un partido crucial el técnico solo considera en suficiente forma para integrar el once inicial un par de las novedades? ¿Seguro que el trabajo fue excelente? Tres entraron durante el partido para intentar revertir un juego espeso como el cemento. No lo consiguieron. Ni por asomo. Todo siguió siendo insufrible.

Pero es evidente que entre la manada de fichajes sin rendimiento, se salva Lewandowski, quien a sus 34 años aún es capaz de alargar la punta de la bota como si fuera goma elástica. Pasaba sin pena ni gloria por Mestalla el polaco, pero con solo un zarpazo acrobático alivió otra noche que apuntaba a deprimente.

Recital de imprecisiones

Y eso que el Barça no tenía delante al Bayern precisamente. El Valencia se aplica como un equipo voluntarioso, pero carece visiblemente de talento. Enlazar tres pases parecía para el cuadro ché una epopeya griega y en ataque se comportó puerilmente. Nada que ver con el Valencia rocoso y fulgurante de otras épocas. 

Barça

Lewandowski, en el momento de marcar el gol al Valencia. / Valentí Enrich

Lo que ocurre es que el Barça que se vio en Mestalla no está para dar lecciones en ninguna materia. Ni en el pase ni en el remate. En este apartado último, mención especial para Ferran Torres, que erró un gol de forma escandalosa. Se le viene encima un escarnio importante, empezando del propio presidente Laporta -ya se sabe que no valora mucho su puntería-, que el gol de Lewandowski quizá rebajará.

Pero como colectivo fue un recital de imprecisiones, de decisiones equivocadas, de ideas atascadas. Ni asomo de la fluidez observado el día del Villarreal o el Athletic. Sí, lo mejor, los tres puntos, que se dice en estos casos. «Sin hacer un fútbol brillante, hemos controlado el juego, pero delante tiene que aparecer el talento y nos ha costado. Hemos jugado con un poco de ansiedad por el tema de la eliminación», valoró Xavi.

Lo peor, el temor a las lesiones que sigue cebándose en la zona del centro de la defensa. Ayer se retiraron con molestias Eric primero y Koundé, después. Con el Mundial a la vuelta de la esquina, enseguida se disparan las alarmas. En el caso del francés parece que no tiene importancia alguna. Y así es como Gerard Piqué puede abandonar el banquillo, sentirse útil, pese a su rol consolidado de sexto central. Un banquillo cargado de dinero de las palancas. 

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