ACTUALIDAD AZULGRANA

El hundimiento de Piqué

Los problemas se le agolpan de repente al defensa azulgrana, en lo privado y en lo profesional, subrayados por su deficiente actuación ante el Inter

Piqué abandona cabizbajo el Camp Nou tras el empate ante el Inter.

Piqué abandona cabizbajo el Camp Nou tras el empate ante el Inter.

Albert Guasch

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Cabe imaginarse que Gerard Piqué amaneció este jueves con una pesada sensación de resaca. Asistió el miércoles a su propio funeral deportivo, oficiado a través de dos errores colosales que le dejaron como nunca a expensas de las críticas. Por primera vez encajó un abucheo de la grada. El entrenador le señaló de forma tácita. Y el presidente, pasional y futbolero como es, encontró la razón definitiva para desear prescindir de su nómina, la más cara de la plantilla. Al igual que a Busquets, Joan Laporta ya le puso en el disparadero en la Asamblea de Compromisarios por negarse a rebajar su salario. Solo faltó que fallara tan estrepitosamente en una noche tan crucial para que la convicción personal del presidente de que es prescindible se expandiera a todo el universo barcelonista. 

Lleva una mala racha Piqué, y además ante el ojo público, que abarca desde su vida privada a su desempeño profesional. Como si de golpe se le hubiera acabado toda la buena suerte que parece haberle acompañado a lo largo de su existencia. Alto, inteligente, guapo y con un talento para el fútbol excepcional, se ha comportado con una seguridad en sí mismo que a menudo, sobre todo en los últimos años, ha proyectado de él una imagen de suficiencia y hasta arrogancia que ha incomodado a parte de sus seguidores.

Actitud de silencio

Ha pretendido ser siempre más que un futbolista, explorando el terreno de los negocios a costa de su dedicación completa a su profesión primordial y forzando la mano en sus opiniones. Ahora ha dejado de ser todo lo expansivo que habituaba. Su proceso de divorcio con Shakira, asunto informativo de alcance mundial, con la custodia de sus hijos en juego, le obliga a callar. Y son muchos los problemas que le acosan sobre las que se le podría preguntar.

Piqué y Dembélé representan la desolación del equipo con la alegría del Inter de fondo.

Piqué y Dembélé representan la desolación del equipo con la alegría del Inter de fondo. / Jordi Cotrina

Tiene un pleito judicial pendiente por su intermediación con la Federación Española de Fútbol para la Supercopa de Arabia, con jugosas comisiones por medio aireadas a través del pinchazo al whatsapp de Luis Rubiales. La multimillonaria inversión por la Copa Davis ha generado dudas sobre su rentabilidad. En el terreno deportivo, le costó sanar de su lesión del aductor que se hizo al final de la temporada pasada. Xavi, además, le instó a marcharse y le recalcó que sería relegado a quinto central si se quedaba. Y el presidente se siente decepcionado con él después de pactar una rebaja salarial que a la hora de la verdad no quiso firmar. Quizá porque facilitaba la inscripción de Koundé, rival por un puesto en la defensa.

Aun así, parecía que la sempiterna suerte volvía a sonreírle cuando se lesionaron Araujo, Christensen y el propio Koundé antes de los trascendentales encuentros frente al Inter y el domingo frente al Madrid. Piqué volvía a caer de pie. Pronosticó al presidente que acabaría siendo titular y parecía que la profecía se cumpliría. Hasta que llegó el desmoronamiento. La incapacidad física de sus 35 años quedó expuesta de forma cruda ante los italianos. Y la pasividad en acciones determinantes acabó de cavar el hoyo deportivo de su legendaria carrera.

Futuro oscuro

Piqué ha sido un gigante, quizá un día un gran presidente, pero resultaría sumamente sorprendente que Xavi le eligiera para formar parte del once titular en el Bernabéu, a pesar de las carencias en la línea defensiva. Sus errores han minado la moral del entrenador y su credibilidad como preparador de partidos. No le debe tener en alta estima deportiva ahora mismo. Piqué dijo un día que si molestaba, se iría. Ahora mismo molesta. Al presidente y al entrenador. Falta confirmarse si también a la afición. Con contrato hasta el 2024, se intuye un nuevo intento de negociación por parte del club más pronto que tarde. De reducción o rescisión. A Piqué, un futbolista distinto, decidir el momento de apearse de la profesión, le cuesta. En eso es como todos.

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