La industria del deporte

Recortar y facturar, la conjugación de Laporta

Laporta y Jordi Cruyff tras la firma por un año del ejecutivo como nuevo director deportivo del Barça.

Laporta y Jordi Cruyff tras la firma por un año del ejecutivo como nuevo director deportivo del Barça. / FCBARCELONA

Marc Menchén

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El presupuesto del FC Barcelona para 2022-2023 da respeto. No porque por segundo año consecutivo se vaya a superar holgadamente el techo de los 1.000 millones de euros de facturación, pues viene muy influenciado por la venta extraordinaria de activos, sino por las tendencias que se apuntan tanto en la partida de ingresos como de gastos. Y la conclusión más clara es que el club aún está lejos de la estabilidad económica. Esta temporada habrá gastos ordinarios que superan en más de 200 millones a los ingresos que realmente genera el Barça, salvados por las mal llamadas palancas. ¿El problema? En 2023-2024 es difícil anticipar mayores ingresos -habrá menos- y la reestructuración de plantilla difícilmente podrá absorber ese agujero. 

La junta de Joan Laporta deberá conjugar más que nunca los verbos recortar y facturar, aunque no sería nada sorprendente que se acabe activando la venta parcial de BLM, el brazo de 'merchandising' por el que habían llegado ofertas de hasta 200 millones de euros. Y la razón no es otra que se antoja hartamente complicado que la cifra de negocio crezca el próximo curso, pues toda mejora en cualquier departamento se la comerá el coste de trasladarse a Montjuïc.

Comparto con el vicepresidente económico, Eduard Romeu, que no serán 100 millones de menores ingresos, pero entre un 55% de los abonados que caben en el Spotify Camp Nou, un 'hospitality' casi nulo y un museo y tienda con menos actividad de lo habitual, es fácil pensar en que se pueden perder 50 millones de ingreso ordinario. Además, a la espera de lo que pueda pasar con la manga de la camiseta, los grandes activos patrocinables ya están adjudicados, por lo que hay poco recorrido.

La cifra de negocio del año pasado (taquilla, socios, tele y comercial) subió a 628 millones y este curso debería escalar hasta 772 millones, aún por debajo de los 837 millones de 2018-2019. Los traspasos pueden ser una vía a la que recurrir una vez más si no se quiere volver a caer en la regla del 1-4 de LaLiga, pues además de engordar la facturación podría ayudar a aligerar una masa salarial que este año alcanzará la cifra récord de 656 millones de euros, un 27% más que en 2021-2022, mezcla de los diferimientos a los que como máximo accedió la plantilla en pandemia y la ofensiva deportiva de este verano.

A partir de aquí, sí, las posibles marchas de Sergio Busquets, Gerard Piqué y Jordi Alba pueden ayudar a aligerar la mochila, pero sería muy ingenuo pensar que bastará para bajar la masa salarial a esos 400 millones que la junta consideraba razonables antes del verano. No en vano, alguien tendrá que llegar a cubrir su hueco en mayor o menor grado, y no hay que olvidar que las retribuciones crecientes no son exclusivas de la anterior junta.

El coste de un modelo de gobernanza viciado

En muchas ocasiones hemos comentado aquí los problemas de gobernanza que plantea un modelo de club social como el del Barça, en el que cada seis o doce años, en función del éxito de la junta, se cambia el máximo órgano de gobierno. Ese relevo en la presidencia y el órgano rector suele llevar aparejado un éxodo de profesionales y la entrada de una nueva hornada de ejecutivos, muchas veces más que justificada a tenor de la hoja de servicios de quien sale, pero mayoritariamente impuesta por la necesidad de situar a gente de confianza.

En esta ocasión, el club ha pagado 5,6 millones de euros en indemnizaciones por despidos a miembros del comité de dirección desde la llegada de Joan Laporta a la presidencia en marzo de 2021. Eso sí, la novedad es que este coste extraordinario recoge no uno, sino dos vuelcos en la dirección general. En 2020-2021 se cargaron 2,3 millones para rescindir al comité que llegó al final de mandato de Josep Maria Bartomeu, a los que este año se han añadido 3,3 millones tras acordar la salida de Ferran Reverter como CEO y despedir a varios profesionales que fueron contratados tras él.