LA ECONOMÍA AZULGRANA

Las cuentas del FC Barcelona: el nuevo plan de choque contra la masa salarial

El Barça presentará dos años de beneficios pero no está recuperado del todo. Casi sin activos por vender y el exilio a Montjuïc a la vista, la gran preocupación es rebajar la masa salarial.

Joan Laporta junto al delantero Robert Lewandowski.

Joan Laporta junto al delantero Robert Lewandowski.

Joan Domènech

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El Barça que genera ilusión en el campo y presentará beneficios en las cuentas (98 millones de la pasada campaña y 274 previstos para la actual) no es todavía un Barça totalmente recuperado. Y no solo porque aún no haya ganado ningún título y no haya saldado todas sus deudas. Es un Barça al que todavía le queda un trecho para estar completamente saneado en el vestuario y en la economía. Las previsiones de la juntan apuntan a celebrar la curación en el 2025.

Joan Laporta se presentará el día 9 en la asamblea de compromisarios para exponer los detalles de las operaciones realizadas para obtener la liquidez necesaria para reforzar la plantilla, rebajando, a su vez, la desbocada masa salarial. Ese exceso de gasto deportivo seguirá lastrando al club la próxima campaña con los onerosos contratos heredados, sobre todo de tres de los cuatro capitanes (Sergi Roberto suscribió uno nuevo) y de los futbolistas que multiplicaron las cantidades por diferir parte de su ficha en la campaña 2019-20 (De Jong y Ter Stegen). Un asunto aún por resolver y que preocupa en el seno de la junta. Por no hablar del caso Griezmann con el Atlético. 

Más información de las palancas

Las ventas de los activos (los 25% de los derechos de televisión por 25 años y el 49.9% de Barça Studios) han reportado más de los 600 millones que aventuraba Laporta cuando, en la última de las muchas asambleas celebradas, pedía permiso a los compromisarios para ejercer esas «palancas» que iban a levantar la entidad.

Laporta pidió permiso y pidió confianza ante la evidente ausencia de información que ofreció a los barcelonistas mientras se gestaban las negociaciones. "Hemos salvado al Barça, pero aún no está sano del todo", verbalizó Eduard Romeu, el vicepresidente económico, en Catalunya Ràdio, como preámbulo a su próxima intervención asamblearia. 

Al Barça ya no le queda casi más activos por vender que los jugadores y ahí residirá la parte más dramática: habrá traspasos sensibles, difícilmente digeribles por la grada. Alguno podría producirse incluso adelantado al mercado de invierno. Esas hipotéticas bajas deberán ser compensadas con algún fichaje en el mercado de verano, más los retoques que pueda solicitar Xavi Hernández para la campaña 23-24. Más allá del deseado Bernardo Silva, inabordable pieza del Manchester City.

Piqué, Jordi Alba y Busquets, en el banquillo del Camp Nou durante el Barça-Elche.

Piqué, Jordi Alba y Busquets, en el banquillo del Camp Nou durante el Barça-Elche. / Jordi Cotrina

200 millones en tres jugadores

Han quedado refuerzos pendientes de ejecutar. Para alivio de Romeu, imprescindible guardián del saneamiento de la economía azulgrana, que observa con impotencia, pero con el respeto debido, que la mayor carga para el Barça son los heredados contratos de los capitanes. El contrato de Busquets (hasta 2023) y los de Gerard Piqué y Jordi Alba (hasta 2024) representan un compromiso de 200 millones de euros hipotecados.  

El Barça volverá a pasarlas canutas el próximo verano, aunque en una situación menos dramática. La mayor preocupación se sitúa ahora en el mismo lugar: la exagerada masa salarial, desaforada en comparación con los otros grandes clubs de Europa y que suele situarse en la amplia horquilla de los 400 millones. El Barça, no.

El pasado verano pudo reducirse en 150 millones entre las ventas y las cesiones que se efectuaron. Actualmente la masa salarial asciende a 581 millones y el club necesita situarla en torno a los 460 millones. Es decir, una rebaja de 120 millones. Solo en el departamento futbolístico; en el global, el imaginario idílico que traza Romeu y su área asciende a 160 millones de recorte.

Las secciones pesan mucho en la báscula (cien kilos) y tendrán que colaborar en la línea de austeridad y rigor que trazó la junta de Laporta después de heredar el ruinoso club que legaron Josep Maria Bartomeu y su junta: una plantilla desmedida en gasto y excedida en años, un estadio que cae a trozos sin que se hubiera iniciado el Espai Barça, una deuda superior a los mil millones y un litigio judicial (uno de ellos) por haber empleado presuntamente dinero del club en difamar y desprestigiar a jugadores.

El entallado traje de Tebas

El club se ha adelgazado lo suficiente como para caber en el ceñido traje diseñado por Javier Tebas, el presidente de LaLiga, pero sufre todavía de sobrepeso. El régimen con el ingreso de los activos y las ventas de jugadores (18 futbolistas se han ido, y solo han dejado 40 miserables millones) no se va a repetir. La entrada de nuevos patrocinadores apenas servirá para compensar los ingresos que se dejarán de percibir. Básicamente, los 41 millones por derechos de televisión que se han vendido por 25 años, y que cobrará Sixth Street.

Griezmann, en el banquillo del Metropolitano en el partido ante el Villarreal.

Griezmann, en el banquillo del Metropolitano en el partido ante el Villarreal. / @atleti

Habrá otra pérdida que provoca tembleque en el club: los ingresos que genera el Camp Nou. La temporada 2023-24 es la de la subida a Montjuïc y el flujo de dinero se rebajará sustancialmente. Las ganancias de las ventas de entradas (el aforo de 98.000 espectadores se reduce a 55.000), de La Botiga del Camp Nou y del Museu sufrirán una merma próxima a los cien millones anuales. Cifra que está evaluándose en las oficinas.

Cualquier ingreso será bueno y el de Griezmann corre peligro por el fraudulento uso del Atlético con su jugador, que solo le hace jugar menos de media hora, para no pagar los 40 millones que se firmaron. La negociación se antoja irremediable para el Barça. 

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