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59 minutos de angustia en Cádiz

Cádiz vs. FC Barcelona

Cádiz vs. FC Barcelona / EFE/Román Ríos

Albert Guasch

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Sin Lewandowski no hay paraíso. Sin Lewandowski, el Barça se asemeja al equipo vulgarizado de la pasada temporada: buenas intenciones, pero la portería se hace estrecha. El gol requiere de la puntería ausente en la primera parte del polaco. En el área los balones se paseaban a la búsqueda de su bota caníbal, que no pisó el césped hasta la segunda parte. Y cuando ingresó, se hizo notar. A los ocho minutos, en concreto. El señor de 34 años con físico de veinteañero se abalanzó sobre una pelota que se despegó de un barullo y anotó el segundo tanto. Partido resuelto y, interrupción mediante, a pensar en Múnich.

El Cádiz era un contrincante blando que invitaba a reservar artillería cara a la Champions. Sin un punto ni un gol en su cuenta, la buena racha no podía peligrar ni con un once reformulado y, por tanto, descoordinado entre sí. Volumen de juego hubo, pero Memphis y Ferran no llenaron el vacío de Lewandowski. 

Tras el sexto gol en Liga del delantero, el partido avanzaba cansinamente hacia un desenlace escrito. Y entonces sucedió una escena inédita en el fútbol español. A falta de nueve minutos y el añadido, el árbitro Del Cerro Grande detuvo el juego por una emergencia sanitaria en la grada. Se había visto algo así en la Premier, pero no en la Liga, salvo afectación a jugadores.. 

Los aficionados quedaron en silencio; los jugadores, paralizados, con caras circunspectas. Se vieron algunos ojos llorosos. Araujo se puso a rezar. El portero gaditano Jeremías Ledesma ayudó transportando a la carrera un desfibrilador hacia la zona de detrás de una portería donde se desplomó el espectador. Acudieron ambulancias. Y los minutos fueron pasando lentamente, con el aire espeso por la preocupación.

Hasta que superados 43 minutos, cuando los sanitarios lograron llevarse en camilla y reanimado al aficionado afectado, otro asistente requirió de atención sanitaria. En este caso, menos grave. Fue una simple bajada de tensión. El enjambre asistencial de la zona de gol se trasladó a la tribuna. Por suerte pudo ponerse en pie poco después, entre los aplausos de los presentes. El aficionado de detrás de la portería, por su parte, fue hospitalizado con el pulso recuperado y situado bajo observación. Todo muy inusual con final feliz lo que se vivió en Cádiz.

Posibilidad de suspensión

El encuentro se reanudó 59 minutos después del parón. Los jugadores calentaron un rato antes de volver a competir. "Nos llegaba la información de que el aficionado sufrió un amago de un ataque de corazón. Hubo un momento en que nos dijeron que no había nada qué hacer. Pero, al final, no ha pasado ninguna desgracia. La vida de un ser humano está por encima del fútbol. Por suerte lo han reanimado", explicó Xavi Hernández, que reveló que la suspensión planeó en esos minutos de desconcierto. "Entre todas las partes hemos acordado que se reanudara el partido. Si hubiera pasado una desgracia habríamos suspendido el partido por completo. Estábamos de acuerdo en ello. Es una situación que va más allá del fútbol. Por suerte parece que se ha recuperado y hemos podido continuar", añadió el técnico, que ensalzó la gestión que hizo de la situación el colegiado.

El Barça lo reanudó a base de bien. Pese a la frialdad de las piernas, Lewandowski aún tuvo margen para echar a correr a campo abierto, aguantar el acoso del defensa y entregar el tercer gol a Ansu Fati. Un regalito de hermano mayor al hermano pequeño. Ansu pidió perdón a la grada en que se atendió al seguidor. Dembélé, en cambio, no necesitó de regalos ni ayudas. Él solito se fabricó el cuarto tanto, caracoleando aquí y allá, consumando otra goleada. A la cita de Múnich el equipo se presenta con el pulso firme. 

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