UNA POSICIÓN QUE TRITURA
Centrales que no duran en el Camp Nou
Marcos López
Periodista
El desfile es largo. Y el casting es interminable. Cada año aparece un central nuevo por el Camp Nou. Centrales de quita y pon porque no logran establecerse con solvencia en el eje de la zaga, una posición que alcanzó su época de máximo esplendor en las últimas décadas con la pareja Piqué-Puyol, evolucionada luego con la llegada de Mascherano. Un jugador que no era central, pero funcionó de maravilla.
En el Barça, no resulta nada sencillo vivir a 40 metros del portero, convertida tu espalda en un latifundio donde no solo se necesitan piernas sino una prodigiosa inteligencia táctica para apagar incendios.
Los dos últimos centrales que ha fichado al Barça han venido de la Premier: Eric García (Manchester City) y Christensen (Chelsea). Ambos con la carta de libertad
En tiempos de miserias económicas, las últimas incorporaciones han llegado a coste cero. En un año, dos especialistas del oficio, ambos procedentes de la exigente Premier, como Eric Garcia (Manchester City) y Andreas Christensen (Chelsea). Como si el Barcelona necesitara imprimir ese vigor y energía que proporciona la exigente liga inglesa donde se requiere no solo una excelente salida de balón (ambos la tienen) sino una lectura correcta del juego sin caer en desatenciones.
Esa obligada política de austeridad queda retratada en los cuatro últimos años donde se han abandonado las elevadas inversiones por los centrales. Y ha sido uno barato y desconocido, que entró por la puerta trasera del Barça B de entonces, ahora el Barça Atlètic, el que se ha adueñado de la posición.
Apenas 1,7 millones abonó el club azulgrana al Boston River de Uruguay, un equipo alejado de los grandes del país, para ejecutar una apuesta por Ronald Araujo, que se ha adueñado de la posición hasta transformarse en el nuevo ídolo del Camp Nou.
Henrique, Chigrinsky...
Es el último que ha quebrado esa maldición que se llevó por delante a defensas desconocidamente prometedores (Chigrinsky, por quien Guardiola ordenó pagar 25 millones de euros) a tipos expertos, pero parecían hechos de cristal como Vermaelen, que debía dar un rendimiento inmediato. Rendimiento que nunca llegó porque las lesiones frustraron todas esas expectativas.
Umtiti, ahora un central marginal, pese a su condición de campeón del mundo con Francia en Rusia-2018, ofreció dos excelentes temporadas en las que parecía estar dispuesto a terminar con ese mal fario. Pero besó la Copa del Mundo en Moscú y su rodilla se quebró de tal manera que nunca más (y ya han pasado cuatro años) volvió a ser quien fue.
Pruebas como Martín Cáceres o Henrique (brasileño que tuvo el deshonor de no ponerse ni siquiera la camiseta azulgrana) revelan que el camino siempre ha sido muy tortuoso. O no se adaptan a la primera o su nivel, que era bueno en otros equipos, no es suficiente para sobrevivir en el angosto Barça. Angosto para los centrales.
El negocio económico de Yerry Mina
Yerry Mina fue un negocio económico (el Barça pagó 12 millones al Palmeiras por el colombiano en enero del 2018 y lo vendió en agosto al Everton, donde aún sigue, por 30), pero ni tiempo tuvo para acomodarse en el Camp Nou. Otro central de quita y pon. Y las fórmulas previas a Araujo como Marlon o Todibo tuvieron un efímero impacto porque no lograron instalarse.
Solo el joven uruguayo ha desafíado todas las circunstancias que tenía en contra. No se parece en nada su estilo al de Piqué, el último ejemplo, junto a Mascherano, de central rentable y sólido, que permaneció en la memoria de la gente, pero tienen en común que fueron baratos. El Barça pagó en el 2008 cinco millones de euros al United. Y no venía Piqué para ser titular, pero ha sido parte indestructible de esa defensa durante casi tres lustros, justo ahora que se asoma su final envuelto en la polémica y los problemas físicos. A uno de los capitanes del equipo aún le quedan dos temporadas más de contrato.
Menos aún costó el uruguayo ya que Ramon Planes, nuevo secretario técnico del Getafe, el club del que vino precisamente al Barça, comprometió su palabra por ese central anónimo en Europa, que desconocía todos los entresijos del modelo de juego del Barça. Mientras los va asimilando, Araujo se ha convertido en un pilar casi imprescindible para Xavi porque es el único especialista corrector, con piernas, agresivo, valiente en el choque y que posee verdaderamente alma de defensas. Llegó Christensen. No es un niño. Ni tampoco un veterano. Pero el Barça es siempre un universo desconocido para un central.
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