EL MILAGRO DEL SEGUNDO PUESTO

El día que Xavi Hernández se hartó de sus divos

Los jugadores pusieron mala cara cuando supieron que había un amistoso en Australia y el ‘mister’ les dijo que si ellos ponían los cinco millones que le pagaban al club, no harían el viaje

Cuando el técnico de Terrassa recordó que solo cumpliendo las normas de comportamiento, ya olvidadas, y siendo profesionales se ponía remontar la crisis, sabía de lo que hablaba

Entreno Barça

Entreno Barça / Miguel Ruiz

Emilio Pérez de Rozas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Es posible, muy posible, que de la actual situación por la que atraviesa el Barça no tenga la culpa (únicamente) Josep María Bartomeu y su gestión deportiva y/o económica. Es posible, muy posible, que el propio presidente-ejecutivo Joan Laporta, que tan pronto ama a Leo Messi como arregla su renovación con un asadito, como lo despide sin saludarle como, ahora, lamenta dolorosamente lo ocurrido, también tenga mucho que ver en la descomposición de un vestuario en el que, en estos momentos, hay que lamentar, por habérselo permitido todo, que Gerard Piqué "esté sufriendo y debamos ayudarle".

También, sí, claro, hasta el propio Xavi Hernández tiene mucho que ver, como anteriores entrenadores, con la delicada y extrema situación que ha vivido él y su cuadro técnico durante sus primeros siete meses de gestión que, ahora que ya ha pasado todo, ahora que ya se han activado las palancas que, tal vez, ayuden a limpiar las catacumbas del Camp Nou y activar lo que podría denominarse (aunque no del todo, porque el dinero no dará para tanto) el primer proyecto de Xavi, se pueda comentar.

Poca profesionalidad

Pese a saber que no venía al paraíso, pese a saber que aterrizaba en un club en quiebra que atravesaba una situación deportiva delicadísima, pese a informarse a través de algún veterano amigo, especialmente Sergio Busquets, EL PERIÓDICO ha podido saber que las sorpresas que Xavi se ha encontrado a lo largo de sus primeros meses al frente de la plantilla azulgrana han sido múltiples, difícilmente asumibles y de una dejadez y falta de profesionalidad tremenda. Tal vez de ahí todos sus comentarios a lo largo de la temporada y, muy especialmente, sus avisos de que o se cumplían las normas de comportamiento, que habían desaparecido por completo del vestuario, o sería imposible alcanzar los mínimos objetivos deportivos.

Xavi da instrucciones a Gavi durante el Barça-Villarreal del Camp Nou.

Xavi da instrucciones a Gavi durante el Barça-Villarreal del Camp Nou. / Jordi Cotrina

Puede, sin duda, que los elogios continuos que Laporta, el presidente-ejecutivo, ha estado lanzado sobre los jugadores del Barça, necesitado de su complicidad e, incluso, de la aceptación de las rebajas salariales, no hayan sido la mejor manera de ayudar a Xavi, que tampoco ha contado toda la verdad de lo que estaba sucediendo dentro del vestuario, en los entrenamientos y determinadas actitudes de varios, de muchos, de los futbolistas que visten la camiseta del Barça y cobran suculentos contratos.

Ahora se entienden las proclamas del técnico exigiendo que la plantilla regresase a las normas de comportamiento que les llevaron al éxito

La necesidad de remontar del noveno al segundo puesto, valorado, en noviembre, como un auténtico título de Liga, hizo que el presidente-ejecutivo y el entrenador silenciasen y se tragasen un estilo de vida y una manera de afrontar el reto poco profesional y muy sobrada de buena parte de la plantilla, que pretendía mantener los privilegios con los que se vivía en la época en que ese vestuario era gobernado por Leo Messi y su amigo Luis Suárez, "cuando ganaban los partidos con cinco momentos de inspiración de cualquiera de sus estrellas, cosa que, ahora, no solo por la composición de nuestra plantilla sino por el alto rendimiento de los rivales, es materialmente imposible", señala uno de los colaboradores de Xavi.

El milagro de Xavi

Analizados esos siete meses, la plantilla tan descompensada que tiene el club, los refuerzos invernales y las malas costumbres de buena parte de los integrantes del grupo, es evidente que son muchos los que califican de “auténtico milagro” lo logrado por Xavi, que, ahora sí, ha dicho basta y no solo en el ‘caso Piqué’, que, como en el ‘caso Messi’, trata de enderezar Laporta, sino en la aplicación de un libro de estilo que debe regir los comportamientos, vida y entrenamiento de la plantilla mejor pagada del fútbol español.

Laporta se dirige a los compromisarios en el Auditori 1899 del Camp Nou.

Laporta se dirige a los compromisarios en el Auditori 1899 del Camp Nou. / FCBARCELONA

Con esta plantilla y esta forma de vivir y trabajar, Xavi se hizo cargo del Barça cuando estaba en novena posición de LaLiga y terminó segundo. Cierto, a 13 puntos de Madrid (solo perdió un punto con respecto al campeón), pero recuperándole 9 puntos al Atlético, 13 puntos al Sevilla, 11 puntos al Betis y 21 puntos a la Real Sociedad. Todo eso se logró contra viento y marea, mientras el nuevo cuadro técnico trataba, no solo de recuperar, en el día a día, la disciplina y seriedad necesaria para competir al más alto nivel, sino, muy especialmente, preparar los cimientos para el cambio, que, se supone, llegará ahora con la activación de las palancas económicas recientemente aprobadas.

Ahora se entiende la frase de Laporta a 'L'Esportiu' "enfadado y decepcionado por la falta de actitud y carácter del equipo"

Es ahora, pues, cuando mejor se entienden algunos de los comentarios que Xavi ha ido desgranando a lo largo de la temporada. Aquel "es extraño que hayan jugadores del Barça que no entienden el juego de posición", o aquel de "la falta de pulcritud de alguno de nuestros futbolistas" y, por descontado, la declaración de Laporta a ‘L’Esportiu’ cuando aseguró estar "enfadado y decepcionado con la falta de actitud y carácter del equipo", que es, insisto, lo que ha ido descubriendo Xavi a lo largo de todos duros siete meses.

Gerard Piqué y Jordi Alba, durante un encuentro del Barcelona.

Gerard Piqué y Jordi Alba, durante un encuentro del Barcelona. / Jordi Cotrina

El amistoso de Sidney

Y es que, como recordó recientemente el vicepresidente Eduard Romeu , la plantilla del Barça es, por mucho, la que más dinero gana, pues la masa salarial es de 560 millones de euros por 400 del Real Madrid o 300 del Bayern de Munich. Tal vez por ello, uno de los momentos más significativos del desencanto con el que Xavi y su equipo de ayudantes vivieron esta primera fase de su aterrizaje en el Barça se produjo días antes de que el Barça jugase, el pasado 25 de mayo, un amistoso en Sidney (Australia), frente a A-Leagues All Stars, por el que el club azulgrana ingresó cinco millones de euros.

Cuando los jugadores se enteraron de que debían cerrar la temporada viajando a Australia a jugar ese amistoso, pusieron mala cara, tan mala cara que Xavi los reunió en el vestuario y se vio obligado a decirles que ese partido se jugaba “para poder pagar nuestros sueldos, así que si ahora, aquí, ponéis encima de la mesa cinco millones de euros de vuestros bolsillos, yo se los llevo al presidente y no vamos a Australia”. Y viajaron a Australia, claro.

Suscríbete para seguir leyendo