15.000 AZULGRANAS

Champions femenina: La marea 'culé' vive en Turín el Atenas del otro 'dream team'

15.000 ‘culés’ soñaban con presenciar su Wembley, pero padecieron la cara más amarga. La hinchada despidió a lo grande a sus diosas, convencida de que unas y otras volverán a la final para ganarla.

Roger Pascual

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"Estas chicas han revolucionado el fútbol", soltó la madre a su hija al ver el gentío en el aeropuerto de El Prat. Eran las 5.47 de la madrugada y sonreía mientras aconsejaba al abuelo de la familia, de 89 años y asiduo a los desplazamientos del Barça masculino, que se fuera a sentar. "Va siéntate papa, que te cansarás todo el día". Ella se quedó con la adolescente haciendo cola para recoger los billetes de uno de los tres aviones charter que fletados por el Barça para la final de la Champions femenina.

La hija tiene 12 años y es delantera de su equipo en Sant Fruitós de Bages. A los 6 lo dejó, hastiada del machismo de algunos compañeros de equipo y de los padres de los niños. "No se la pases a ella", soltaban. Se pasó al voleibol pero ahora, con el 'boom' del Barça femenino, volvió a su deporte preferido. Si antes era casi la única niña en un equipo de niños ahora ya juega en un equipo íntegramente femenino. Es solo uno de los logros que ha conseguido el Barça femenino fuera del campo.

Rosa y azulgrana

Turín vestía este sábado de rosa y azulgrana. La ciudad italiana recibía este supersábado la visita del Giro, pero a la espera de la llegada de la 'maglia rosa' las 'maglie culés' goleaba en las calles. Barcelonistas anónimos, o mediáticos como Andreu Buenafuente, teñían las calles de la capital piamontesa. Al mediodía la piazza San Carlo, en el corazón de Turín, estaba tomada por centenares primero y luego miles de 'culés' que, ajenos al sol de justicia, se hicieron notar con sus cánticos, petardos y sus botes de humo azul y grana.

A diferencia de otros desplazamientos culés, con clara mayoría masculina, en Turín, como ya ocurrió en los dos históricos partidos del Camp Nou, las mujeres ganaron por goleada. Varios grupos de amigas relataron que era la primera vez que viajaban con el club pero coincidieron también en que "la ocasión lo vale".

Marea culé en la piazza San Carlo de Turín.

Marea culé en la piazza San Carlo de Turín. / Roger Pascual

En el Juventus Stadium había 15.000 aficionados 'culés' en la primera gran movilización del Barça femenino, por apenas 2.000 del Olympique de Lyon, invirtiendo la proporción de la final de Budapest hace tres años. En 2019 solo hubo un millar de barcelonistas en la final de la Champions y el año pasado la pandemia impidió la presencia de público. Este sábado el club llenó tres aviones charter y 40 autocares (además de los que fueron por su cuenta). Desde el himno, que resonó como un rugido, los aficionados quisieron poner su granito de arena a una jornada histórica.

La marea culé confiaba en poder dar un extra de energía para que el Barça de los récords llevara la segunda Champions femenina a Barcelona y la paseara el domingo en una rúa por las calles de la capital catalana. Pero el desembarco pareció marear un poco de inicio a las azulgranas. Pese a los tres tantos rivales en apenas media hora la grada no desfalleció y siguió insuflando aliento a sus diosas.

El coliseo transalpino retumbó cuando Alexia recortó distancias antes del entreacto y la expedición barcelonista animó con más fuerza que nunca. Y maldijo al travesaño que negó el gol de bandera de Patri Guijarro desde mediocampo antes de clamar con el 'sí se puede'. 30 años después de la Copa de Europa del ‘dream team’, esperaban vivir una alegría como la de Wembley pero acabaron viviendo un naufragio como el de Atenas-94. Pese a ello la hinchada despidió por todo lo alto al equipo, convencida de que volverán a la final para ganarla, unas en la grada y otras en el césped.