LA INDUSTRIA DEL DEPORTE

Una de agentes y comisiones

Bartomeu y Malcom, en la presentación del jugador en EEUU.

Bartomeu y Malcom, en la presentación del jugador en EEUU. / FCB

Marc Menchén

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Uno de los secretos mejor guardados en la industria del fútbol es cuánto se llevan los intermediarios de cada operación. Rara vez se pone negro sobre blanco lo percibido, a no ser que el club cotice en Bolsa, como la Juventus o el SL Benfica: Mino Raiola se llevó 27 millones por el pase de Pogba al United, el 25% del total; los lusos se quedaron 100 millones de los 126 millones que pagó el Atleti por Joao Felix y el resto para Mendes y cia, un 20%. En un 2021 en el que el mercado internacional de fichajes retrocedió un 13,9%, las comisiones subieron un 1%, hasta 501 millones de dólares, según Fifa. ¿Mucho o poco? ¿Inmoral y legal?

El debate lo ha reabierto esta semana el Barcelona, tras la denuncia ante la Fiscalía por presuntos delitos de administración desleal durante el mandato de Josep Maria Bartomeu. Y ahí se incluyen comisiones del 33% por el pase, todo apunta, de Malcom. Si a mí me preguntan, les diré que partidario de establecer un límite a los agentes y al rol que ejercen en un mercado cada vez más dominado por ellos que por los propios clubes.

Mbappé y Haaland tienen todo el poder

El problema para el actual presidente, Joan Laporta, es que establecer líneas rojas y morales en este negocio aún hoy puede ser boomerang. Este verano salen a subasta las dos piezas más cotizadas de la década: Kylian Mbappé, que como agente libre podrá pedir lo que quiera a quien lo desee, y Erling Haaland, al que Raiola está exhibiendo en todas las grandes plazas futbolísticas.

El problema para Laporta es que establecer líneas rojas y morales en este negocio aún hoy puede ser boomerang

"Si pagamos una comisión impactante lo explicaré", matizó Laporta, sabedor que sea un 30% de prima o un extra de 15 millones por el noruego no es un escenario imposible si lo quiere. Es el peaje de no tener el poder en la negociación.

Los intermediarios han aprovechado como nadie las disfunciones provocadas por la Ley Bosman. El futbolista dejó de ser un empleado para ser un activo, con un valor económico con fecha de caducidad: el 30 de junio de su último año de contrato. Un ciclo en el que el club sabe que sólo tiene dos opciones: fidelizarlo con contratos largos y renovaciones al alza, o venderlo antes del 1 de enero de ese último ejercicio. Ahí, como ha demostrado Dembelé, tienen más fuerza que nunca para decidir. 

La pandemia ha reforzado el poder negociador de los futbolistas, ante un pool de clubes atrapados en el colapsado mercado de fichajes, en el que ni se podía fichar y renovar exigía rebaja salarial. Y si queda claro que los equipos no pueden renunciar a según qué figuras, ojo porque puede ser el siguiente gran salto del mercado: los jugadores siendo quienes se venden a sí mismos. El sueño del FC Intermediario.

La guerra por el pádel sube de intensidad

Qatar ya nos dejó claro que no tiene problemas en reventar según qué mercados si eso le permite tener un papel protagonista en la industria del deporte. Lo hizo con la adjudicación del Mundial de este año, nos ha quedado muy claro con el Paris Saint-Germain (PSG), donde ya van más de 1.000 millones entre inyecciones y patrocinios, y ahora le toca al pádel. Poco o nada se sabe de cuánto está dispuesto a invertir el emirato, aunque los jugadores ya se han puesto de su lado seducidos por un sustancial aumento en los premios.

El World Padel Tour, levantado por Estrella Damm y que el año pasado abrió su accionariado a un fondo de inversión, repartía unos 100.000 euros en premios en el mejor de los casos. Poco, a ojos de unos deportistas que quizás deberían conocer otro dato más: la gestora del circuito profesional acumula unas pérdidas de 12,5 millones de euros desde su puesta en marcha en 2014.

Es decir, que lo que el campeonato es capaz de generar por sí misma en ingresos no es suficiente para sostener un nivel de producción que lo haga atractivo para marcas y teles, al tiempo que se compensa a los jugadores y jugadoras. Ahora Qatar repartirá todo y más, pero no será hasta dentro de unos años si lo que se hace ahora es inflar una burbuja que pueda estallar.

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