Apunte

¿Dónde está el negocio online del Barça?

Camp Nou champions

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Marc Menchén

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No hay debate sobre el negocio del FC Barcelona en la que no se cuele el “si le vendiéramos un llavero a cada fan en redes sociales daríamos un gran salto”. Y esa persona estaría en lo cierto, pero también muy alejada de lo que hoy realmente ya genera la actividad en los entornos digitales. Hablamos de unos 100 millones al año, entre el 'ticketing' y la compra de 'merchandising'. El plan de la anterior junta era triplicar esta cifra en tres años, pero, ¿de dónde puede salir tanto dinero?

Una de las primeras vías no estaba ni contemplada en el plan que se dibujó a principios de 2020, básicamente porque entonces no era tan relevante como lo es hoy. Son los 'non-fungible tokens' (NFT), que, muy resumidamente, trasladan al mundo digital el negocio de los coleccionables con una tecnología que permite crear piezas únicas.

Aquí el Barça se estrenó con Chiliz, que en su día realizó una emisión de 'tokens' por 80 millones de euros. En su plataforma Socios, los aficionados pueden comprar y vender esta moneda virtual que da acceso a determinados servicios del club, que cobra por cada transacción. Fuentes de la industria indican que en la caja del Camp Nou pueden entrar más de 10 millones anuales.

El ejemplo de la NBA

La próxima vía que explorará el Barça es la de vender momentos históricos condensados en imágenes o vídeos. La duda es si el club llega tarde o podrá aprovechar el 'boom' que ya capitalizaron propiedades como la NBA, cuyos 'momentos exclusivos' llegaron a mover más de 150 millones de dólares. Con una ventaja, se alió con el líder del mercado, Dapper Labs, el mismo 'partner' de LaLiga, mientras que la junta de Joan Laporta ha decidido que se arriesgará con Ownix, conocida para el presidente, pero desconocida absoluta para toda la industria del deporte.

El único problema del Barça es la titularidad de los derechos de imagen, pues el archivo más reciente es propiedad de Mediapro y LaLiga. Pero, en cualquier caso, el punto en común es que son productos que no dependen del presente, es decir, que permite maximizar el valor de la actividad de años anteriores, al alza o a la baja en función de la fortaleza de la marca.

Y aquí entra donde el club debe volcarse y ver cómo dar sentido de pertenencia a un fan que no quiere ser socio. Es el programa de fidelización Culers, que cuesta 40 euros al año y se nutre, sobre todo, de acceso a contenidos exclusivos. El potencial de recorrido se desconoce, aunque no deja de ser una versión 2.0 del simpatizante. Y aquí, si miramos al eterno rival, sí debe haber un objetivo: los más de 3,5 millones de euros que anualmente suma el Real Madrid con 'Madridistas'.

Fechas críticas para las camisetas

Los patrocinadores técnicos de los clubs ya están en modo contrarreloj exigiendo a los dirigentes que aclaren qué marcas aparecerán el próximo año en las equipaciones para acabar de definir diseños y comenzar la producción. Es un estrés habitual, pues se produce cada temporada, pero este año la urgencia es aún mayor: hay un riesgo real de que muchas camisetas no puedan estar listas para el inicio del próximo curso si no se espabilan.

La primera razón es el cierre temporal de fábricas en China por los cortes de energía en el país para cumplir los objetivos de reducción de emisiones de dióxido de carbono, que están obligando a las marcas a buscar proveedores alternativos para que no se frene la producción de sus artículos. La segunda razón es el fuerte encarecimiento de los contenedores para transportar mercancías desde Asia a Europa. Lo que antes costaba mover unos 4.000 dólares, hoy ya son más de 20.000 dólares ante la escasez de flotas.

Situación complicada

Una presión añadida para el Barça, convencido aún de que puede repetir e incluso superar los 55 millones de euros que decidió pagar Rakuten en 2017. Hoy se antoja complicado que pueda llegarse a las campanadas conociendo el relevo del gigante tecnológico, que justo el viernes anunció que sí continuará en la camiseta de los Golden State Warriors de la NBA. Es decir, que si se retira del Camp Nou es porque considera que su inversión no ha sido rentable, más que una pérdida de interés por el deporte. Tampoco sería la primera vez que haya una contrarreloj, pues ya pasó con Qatar Airways en 2016. Y las ventas de una equipación limpia de publicidad se dispararon.

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