PITOS CONTRA SERGI ROBERTO
El Camp Nou dicta sentencia: quiere niños
A ser sustituido recibió Sergi Roberto la mayor pitada que hubiera podido imaginar. El público apoyó y arropó al equipo, consciente de su precariedad, que no realizó ni un solo tiro a puerta en 90 minutos
Marcos López
Periodista
Casi 40.000 personas comprendieron anoche las profundas limitaciones de un equipo y, por supuesto, de un club que ha perdido el glamour como se demuestra que las estrellas prefieren abandonarlo.
Ocurrió con Neymar (2017), después con Suárez (2020) y, finalmente, con Messi (2021), cansado de ver que no tenía futuro en Europa con ese Barça. Y Griezmann (también en el 2021) prefirió salir el último día al reencuentro con el cholismo.
El Bayern demostró lo que ya se sabía. Y no de ahora sino desde hace años. Es un equipo pequeño, hace seis años que no gana una Champions, tímido y apocado, que dejó desamparados a Memphis y Luuk de Jong, una pareja inusual. Ese es el ataque del Barça. O sea, el ataque que tuvo el PSV Eindhoven de Phillip Cocu hace siete años.
"Me duelen mucho los pitos a Sergi Roberto. No es lateral. Hace el sacrificio de jugar en esa posición. Duele muchísimo"
Otro retrato de la pobreza azulgrana, que se marchó al descanso sin disparar ni una sola vez a puerta. No se había llegado a la hora de partido y perdía ya 0-2, dejando una sinfonía de pitos en el Camp Nou porque el público, inteligente como fue en la gestión del partido, empezó a actuar.
Entendió que el equipo, que vive una situación de precariedad, lo apoyó desde el inicio, convencido de que no tenía más. Pero esos aplausos, incluso ovaciones iniciales, se fueron transformando en pitos. Todos ellos muy selectivos. Especialmente crueles con Sergi Roberto cuando abandonó el campo, ya con el marcador delatando la gravedad de la crisis que se arrastra desde hace años. Más de un lustro.
El público acabó gritando "Bartomeu, prisión" en un partido que definió el estado crítico que vive el equipo
Hay momentos que marcan la carrera, incluso hasta de un capitán, un chico de la casa que jamás imaginó sentirse en el centro del escenario por su polémica rebaja del sueldo. Aunque también contribuyó que Sergi Roberto no estuvo nada lúcido en el partido, no fue el único, ni mucho menos, pero el público lo detectó y calificó como culpable. ¿Culpable de qué? De nada y de todo. Pero el estadio, transformado en un tribunal popular, tomó decisiones que resultarán trascendentes.
Gritos de «¡Gavi, Gavi!»
Respetó, por ejemplo, a Jordi Alba, que acabó lesionado, derrengado, pidiendo el cambio, abriendo la puerta a otro niño salido de La Masia. Alejandro Balde. Apenas 17 años. Como Gavi. Otro adolescente de 17 años, aclamado por el público cada vez que tocaba el balón. Al igual que sucedió con el austríaco Yusif Demir. Tan solo 18 años sin olvidar a Pedri (otro con 18).
Cada gesto, aunque fuera irrelevante en el partido, era sometido al juicio popular del barcelonismo, transformado el Camp Nou en una gran agora, al punto de que acabó gritando el nombre de "¡¡¡Gavi, Gavi!!". Y todo por pelear un balón que le costó la tarjeta amarilla. Pero el público quiere que se rebelen los jugadores. Y si son los niños se sienten orgullosos. Puestos a perder, como cae el Barça en su casa (0-3 de la Juventus; 1-4 del París SG, 0-3 del Bayern), que lo hagan esos jóvenes. "Bartomeu, a la prisión", gritó el estadio.
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